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El grupo Daggide ve al actor como un médium del público

El colectivo siciliano monta un 'Ubú' en Barcelona

Daggide es el muñeco que usaban las brujas para mediatizar sus encantamientos. Y también es el nombre de una compañía teatral siciliana que el martes presentó en Barcelona su versión de Ubú de Alfred Jarry. Ellos quieren retransmitir una concepción del teatro totalmente innovadora mediante el encantamiento de la representación. Su trabajo convierte a los personajes en enanos, seres bajos, física y moralmente.

Beppe Randazzo, creador y aniniador de Daggide, explicó a este diario los orígenes, experiencias y proyectos del grupo. "Los actores de la compañía proceden del taller de experimentación, son los que han permanecido de los cuatrocientos aproximadamente que estudiaron allí durante sus ocho años de historia. El nombre lo adoptamos para significar que el actor es un intermediario entre una idea y el público; sin esa comunicación, ese pacto previo, el acontecimiento teatral no es posible".La obra que están preparando para estrenar el próximo mes de enero en Milán busca el límite de la experimentación teatral, "es un juego técnico, el montaje tiene por nombre Caddema que es una distorsión de la palabra academia y consiste en un mecanismo escénico muy sofisticado, muy técnico, en donde los actores buscan superar el antiguo papel asignado a cada actor en la abstracción de ese mismo papel. Cada actor se dirige a sí mismo mediante leyes establecidas previamente que ofrecen la posibilidad de asignarse cada cual su papel. El actor, entonces, ya no es la marioneta de antaño sino un ser consciente de su acción". Beppe Randazzo comenta que la realidad profunda de la Sicilia actual está todavía bastante vinculada a la imagen folklórica que tenemos de ella: hombres sentados en los portalones de las casas, mujeres ensombrecidas de vestido negro, historias de mafia y religión venteando por los latifundios, "esa es aún una parte importante de la Sicilia de hoy. La otra parte, es una juventud cambiando ese paisaje".

Los países mediterráneos, según Randazzo, están produciendo una cultura alternativa, "es una cultura elaborada en la mezcla de todas las culturas, es biológica antes que lógica". Y añale, con tono filosófico: "Cuando todas las ideologías lleguen a la biología, ésta será la única ideología". Cuenta que habrá una lógica teatral en lugar de una teoría acerca del teatro y entonces habrá teatro mediterráneo.

En cuanto a la obra que presentan en la Carpa, la concepción del Ubú-Daggide varía sustancialmente del Todo-Ubú de Jarry. "Pretendemos volver la creación contra el propio autor, con sumo respeto y pasando por el purgatorio de las cuclillas", comenta Randazzo con humor. "Jarry, hoy, ya es un clásico y la adaptación pretende lo que el propio autor hubiera deseado: cambiar la concepción del hecho teatral en sí mismo y, por supuesto, su significado". El Ubú personaje central del Ubú-Daggi de que hoy tenemos en escena ha sufrido una regresión importante respecto al que estuvo tiempo atrás en el Regina. Ayer era un adulto aniñado y abombado por los deseos de poder. Hoy, directamente, es un óvulo que habla a través de Mamá-Ubú; se le ha negado el derecho a la palabra.

Alfred Jarry decía que "simbolismo debe traducirse literalmente por la palabra libertad". Beppe Randazzo cree que "el símbolo es un signo conocido y es la mutación del signo lo que produce libertad. Los símbolos nacen de una castración originaria". Por eso el Ubú actual no habla.

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