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La investidura del nuevo presidente del Gobierno

Ausencia de concreciones y plazos en el discurso, de investidura de Felipe González ante el Congreso

Felipe González expuso ayer ante el Pleno del Congreso de los Diputados un programa de gobierno cargado de grandes objetivos, escaso en concreciones y plazos y marcado por una línea política más moderada que la oferta electoral del PSOE. La intervención del líder socialista -seguida con atención en el hemiciclo y en las tribunas, a pesar del tono frío y falto de garra parlamentaria con que fue pronunciado- estuvo cargada de generalidades, en opinión de la mayor parte de los grupos de oposición, y sólo mereció los aplausos finales de los diputados socialistas, puestos en pie, a quienes también se sumaron la mayor parte de los del Grupo Mixto, en especial el ex presidente Adolfo Suárez y Juan María Bandrés.

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El discurso de Felipe González no respondió, en definitiva, a la expectación suscitada por la oferta del candidato socialista a presidente del Gobierno. Fuentes oficiosas del PSOE manifestaron a este periódico que las grandes concreciones políticas del programa gubernamental se harán evidentes en los primeros días de acción de gobierno, y algunas de ellas serán reveladas en el debate que comienza esta tarde, a pesar de que el líder socialista tampoco se empleará a fondo en esta discusión parlamentaria, habida cuenta que la mayoría absoluta está garantizada y que Felipe González prefiere, en estos momentos de comienzo de su andadura en el poder, "pecar por moderado que producir crispaciones innecesarias en la sociedad española".Felipe González no dedicó ninguna parte de su discurso, contra lo que había sido anunciado por la agencia Efe, a un balance de la situación heredada de UCD. El cumplimiento de la oferta, reiterada por el líder socialista a los españoles durante su campaña electoral, de dar cuenta de lo que se encontrara "debajo de la alfombra" fue dejado para más adelante cuando el candidato a presidente anticipó: "es nuestra intención informar a los españoles en los próximos meses sobre la situación que hemos recibido, y en particular en la presentación de los Presupuestos".

Otros aspectos, tales como las referencias a los jóvenes, los compromisos relacionados con la oferta educativa o la moralización de la función pública, destacados con el máximo énfasis por el líder socialista durante las tres semanas que precedieron al 28 de octubre, fueron enunciados ayer con mucha mayor moderación. En alguna ocasión, Felipe González suavizó en el último momento, al pronunciarlas ante el hemiciclo, expresiones relativamente duras que figuraban en el discurso escrito. Así ocurrió, por ejemplo, cuando, al referirse a la necesidad de reforma de la Administración, calificó las trabas, procedimientos y corruptelas: en el texto escrito se decía "corruptelas intolerables", pero Felipe González se limitó a hablar de corruptelas poco tolerables". El candidato estructuró su discurso, que solo duró setenta minutos -mucho menos que las vaticinadas dos horas- en cuatro partes: la lucha contra la crisis económica y el paro; el avance hacia una sociedad más libre e igualitaria; la reforma progresiva de la Administración del Estado, y la proyección exterior de España. En páginas siguientes ofrecemos amplios resúmenes del contenido del discurso de Felipe González.

La máxima oferta política, cuyo objetivo es probablemente tratar de captarse a las minorías nacionalistas, consistió en anunciar la propuesta del Gobierno socialista a todas las fuerzas parlamentarias de "un amplio acuerdo institucional" sobre los puntos claves o ejes vertebradores de un conjunto de leyes para culminar la construcción del Estado de las autonomías.

Respecto a la relación bilateral con Estados Unidos, Felipe González se limitó a señalar: "examinaremos con toda atención los términos de nuestra relación defensiva y de cooperación con los Estados Unidos de América", cuando en las últimas semanas los dirigentes socialistas, incluido el propio González, habían anunciado la renegociación del convenio. Y por lo que se refiere a la incorporación a la OTAN, faltó cualquier concreción sobre el anunciado referéndum o, al menos, sobre la anunciada congelación de la integración en la estructura militar atlántica.

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En la tribuna de público se encontraban presentes varios embajadores, entre ellos los de Estados Unidos, Terence Todman, y la Unión Soviética, Yuri Dubinin. El presidente del Senado, José Federico de Carvajal, y otros miembros de la Mesa de la Cámara alta ocupaban la tribuna preferente, sobre el reloj del hemiciclo. La esposa de Felipe González, Carmen Romero, se encontraba también entre el público, acompañada por el presidente de la Junta de Andalucía, Rafael Escuredo, y dos futuros altos cargos de la Moncloa: Julio Feo y Eduardo Sotillos.

El presidente del Congreso de los Diputados, Gregorio Peces-Barba, que sustituyó la tradicional campanilla presidencial por una maza al estilo anglosajón, inició la sesión tomando juramento o promesa de acatamiento a la Constitución a José Luis Alvarez, Oscar Alzaga, Alejandro Royo Vilanova, Román Abal y Miquel Roca. Fueron llamados también los dos diputados de Herri Batasuna, que no estaban presentes.

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