La situación de Castilla-León, tema de las Jornadas de Justicia y Paz

La necesidad de un cambio de actitud en la Iglesia que suponga mayor solidaridad con los más necesitados de la región castellano-leonesa, sin olvidar otras tierras, y a la vez una labor de ayuda a los hombres y de denuncia de los problemas, fue la principal conclusión adoptada en las Jornadas Nacionales de Justicia y Paz, celebradas el pasado fin de semana en Valladolid y dedicadas exclusivamente a estudiar la situación socio-económica de Castilla-León.A través de cuatro ponencias, una de ellas expuesta por el obispo de Segovia, Antonio Valenzuela, y dos mesas redondas, los 120 asistentes han detectado en el pueblo castellano-leonés "falta de identidad regional, un gran sentido conservador y desconfianza ante los agentes políticos, sindicales, culturales y eclesiales". Estos factores, unidos al progresivo envejecimiento de la población, a la emigración de las generaciones jóvenes y a la incomunicación conducen a "un individualismo resignado que lleva a la ausencia de solidaridad". De ahí que Justicia y Paz pida a la Iglesia que intensifique esa solidaridad con los que más la precisan y que el compromiso de trabajo en la región sea una realidad. Destaca el hecho de que en las conclusiones se hable de que algunos núcleos rurales se hallan en una situación "penosa y tercermundista".

Los reunidos acordaron también crear grupos de trabajo que continúen con la línea iniciada en las jornadas. Se pide a la comisión de Justicia y Paz de Valladolid que prosiga con la reflexión iniciada y la transmita a la Iglesia.

El análisis efectuado sobre la situación de Castilla-León en los planos económicos, educativo, cultural, social, político y sindical, llevó a conclusiones negativas en todos los campos. Incluso en el aspecto pastoral se reprochó a la Iglesia su relativo abandono de los núcleos rurales y su alejamiento de la degradada realidad del medio agrario. Se citó como ejemplo la casi ausencia total de colegios religiosos en las zonas rurales y se abogó por "la necesidad de una presencia misionera entre los más pobres, con vinculación de la Iglesia a sus tareas asociativas, sindicales y políticas". Una de las solicitudes escuchada más frecuentemente fue la de potenciar la agricultura y ganadería y elevar el nivel de rentas de este sector.