Narcís Serra abandonará oficialmente la alcaldía de Barcelona el jueves próximo
El alcalde de Barcelona, Narcís Serra, presentará su dimisión como presidente de la Corporación Metropolitana en un pleno que se celebrará mañana, miércoles. Al día siguiente, en un pleno extraordinario, a las 12.30 horas, dimitirá como alcalde de la ciudad. El viernes renunciará a su escaño como concejal, tras la toma de posesión como ministro de Defensa. Así pues, Narcís Serra será únicamente concejal durante veinticuatro horas de acuerdo con la Constitución, el cargo de ministro es incompatible con otras funciones representativas.
El artículo 98, apartado tercero, establece que los ministros no ejercerán otros cargos. Sin embargo, el alcalde barcelonés simultaneará su toma de posesión y su renuncia a su sillón de concejal para poder votar desde el hemiciclo, el mismo jueves, a su sucesor Pasqual Maragall, colaborador íntimo en la gestión municipal y amigo desde tiempos estudiantiles. Narcís Serra quiere entregar la vara municipal personalmente a su sucesor, como símbolo de continuidad y de aval, después del breve parlamento del todavía alcalde. El acto se cerrará con el discurso de Pasqual Maragall que se espera tengo un alto significado político."Soy absolutamente sustituible por la persona de Pasqual Maragall, pues ambos hemos trabajado codo a codo, junto a un equipo de profesionales que hemos redefinido el concepto de ciudad y hemos abierto caminos para la mejora de la calidad de vida de los barceloneses" ha manifestado Narcís Serra a EL PAÍS. El futuro ministro de la Defensa estuvo ayer tarde haciendo el traspaso de la agenda de asuntos pendientes a Pasqual Maragall.
"Lo más importante que hemos hecho en estos tres años y medio de gestión democrática han sido las actitudes en los momentos difíciles. Así, con el déficit de las empresas de transporte, con la candidatura olímpica, con la huelga de basureros o con el conflicto de los gitanos nuestra postura ha sido la de afrontar los problemas de cara, conscientes de ser depositarios de la voluntad popular y de representar una opción política solidaria, independientemente de otras presiones", expone Narcís Serra.
El alcalde, que está ultimando un discurso de despedida y otro de estreno de cargo, se llevará tan solo un obsequio de su despacho: una bandeja de plata, regalo de los concejales socialistas del Ayuntamiento de Barcelona, que se la ofrecieron esta semana pasada, tras una cena en el restaurante Set Portes, que revistió caracter íntimo y que pasó inadvertida a la prensa.
Servir al pueblo
Serra quisiera ser recordado como "una persona apreciada por sus conciudadanos, por su vocación de servir al pueblo, y sobre todo, por una absoluta honestidad". No se plantea su futuro político, porque dice, "una semana antes de ser conseller, no lo sabía; un mes antes de ser candidato a la alcaldía, hubo un acuerdo en sentido contrario; y este verano la cumbre de mi partido decidió que no aceptará una cartera ante un futuro Gobierno socialista, y parece que el deseo no va a cumplirse". Y añade: "Tener perspectivas de carrera personal en política no me parece honesto, pero, si uno las tiene, el país las transforma imprevisiblemente".Y el futuro ministro de la Defensa resalta la necesidad de cambiar la imagen del político en la sociedad española, dando ejemplo de austeridad en el gasto y de trayectoria limpia: "Entré en la alcaldía con un Ford Fiesta y una vivienda de cien metros cuadrados; me voy con el mismo coche, la misma casa y menos dinero en la cuenta corriente. Me voy, en cambio, con la satisfacción personal de haber cumplido con mi conciencia".
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