La tercera investidura constitucional
La investidura de Felipe González es la tercera desde la aprobación de la Constitución, tras las de Adolfo Suárez y Leopoldo Calvo Sotelo. La votación sobre Suárez tuvo lugar el 30 de marzo de 1979, un mes después de las primeras elecciones legislativas. El candidato obtuvo la mayoría absoluta con 183 votos afirmativos (UCD, CD, PSA, PAR y UPN), frente a 149 en contra (socialistas, comunistas, PNV, EE, ERC, UN y UPC). Se registraron también ocho abstenciones (CiU) y diez ausencias.La sesión, sin embargo, estuvo marcada por las fuertes críticas de todos los partidos políticos, excepto UCD, que protestaron enérgicamente por la inexistencia de un auténtico debate de investidura. El entonces presidente del Congreso de los Diputados, Landelino Lavilla, impuso su interpretación del reglamento, según la cual no procedía discutir siquiera si el discurso de candidato a presidente del Gobierno debía ir inmediatamente seguido de un debate.
En su intervención, considerada como atemporal y difusa, Adolfo Suárez, anunció la continuación de la vía de la reforma que conformó el cambio político y señaló como fundamental la necesidad de colaboración de todas las fuerzas políticas en la resolución de los grandes problemas, aunque UCD haría valer "el imprescindible condicionamiento democrático de que el desarrollo de la Constitución responda a los planteamientos de su programa electoral".
Leopoldo Calvo Sotelo, por otra parte, no obtuvo mayoría absoluta en la primera votación de investidura como presidente del Gobierno, que tuvo lugar el 20 de febrero de 1981. Tan sólo consiguió 169 votos afirmaltivos frente a 158 negativos y 17 abstenciones, al tiempo que se registraban seis ausencias. La segunda sesión se vió interrumpida por el golpe de Estado fallido del 22 de febrero de 1981. Dos días más tarde, consiguió la mayoría absoluta, con 186 votos afirmativos (UCD, CD, Minoría Catalana y los diputados del Grupo Mixto Jesús Aizpún, Gómez de las Roces y Clavero) contra 158 negativos (socialistas, comunistas, nacionalistas vascos, andalucistas y el resto del Grupo Mixto), en una votación en la que le bastaba la mayoría simple.
En su discurso de investidura, pronunciado el 19 de febrero de 1981, Calvo Sotelo se centró principalmente en temas económicos, anunciando algunas novedades en este campo. Se refirió también a la estrategia occidental clara e irrevesible, de cara a la entrada de España en la OTAN, y reafirmó su intención de impulsar el Estado de la autonomías. En el debate que siguió a su discurso, la izquierda hizo notar la ausencia de temas de primer importancia.
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