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Duro ataque del Vaticano en la CSCE contra la política polaca de represión

El delegado del Vaticano en la Conferencia sobre Seguridad y Cooperación en Europa (CSCE) se pronunció ayer en términos de extrema dureza contra el régimen polaco en un largo discurso, algunos de cuyos párrafos fueron dictados, según informaciones extraoficiales, por el Papa Juan Pablo II.Contrariamente a las intervenciones anteriores de la delegación vaticana, con características de moderación, la intervención de ayer fue una denuncia directa contra Ia represión sindical en Polonia, con omisión de cualquier referencia a la puesta en libertad de Lech Walesa. El representante del Vaticano se refirió textualmente a que "solidaridad simboliza a todo un pueblo" (el polaco), y su ilegalización es una violación del octavo principio del Acta de Helsinki, que reconoce el derecho de cada pueblo a disponer de su propio destino.

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El tema polaco sirvió de enganche para que el representante vaticano hiciese referencia a la difícil situación por la que atraviesa el catolicismo en el Este europeo. No faltó a cita a una de las piedras angulares de la presente CSCE, la conferencia europea de desarme, cuyo mandato preciso debe ser paralelo con una mejor aplicación de los derechos humanos, según el representante del Vaticano.

Franz Ceska, embajador austriaco y uno de los principales promotores diplomáticos del documento-base RM/39, tuvo una intervención a tono con su papel neutral, concediendo parabienes a la liberación de Walesa, pero siempre que signifique un primer paso para la liberación del resto de los prisioneros políticos.

Para Ceska, es fundamental la continuación de la CSCE. "Desde Helsinki, hemos conseguido ventajas en materia de derechos humanos", dijo, "como la reunificación familiar y facilidades matrimoniales". Si se mantiene abierto el foro de Madrid, tales ventajas se ampliarían, porque "la CSCE es irremplazable", comentó.

Max Kampelman, embajador estadounidense, en su primera intervención después de la pausa de marzo, mantuvo un tono crítico ante el tema polaco, pero con una moderación que cuando menos no debe asustar a los soviéticos.

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Las intervenciones de los países del Este -Checoslovaquia y Bulgaria- se centraron en la necesidad de la conferencia de desarme y en la explicación de que el documento RM/39 no debía sufrir alteraciones. El delegado-jefe español, Pan de Soraluce, tiene prevista su intervención para el próximo viemes, pero confesó que su discurso aún no está ultimado.

El repentino cambio de instrucciones -decidido apoyo a las propuestas de la OTAN- ordenado a la delegación española ha causado un cierto malestar en el Ministerio de Asuntos Exteriores, según un diplomático español, que definió la situación actual como "falta de política consecuente".

En los mismos ambientes diplomáticos españoles se comentaba que el giro de las instrucciones dadas a Pan de Soraluce obedecía a cuestiones de política interna española del momento. El delegado-jefe español trató de contener el tema y aseguró que todo se podría resumir a "una cuestión de matices" sobre el apoyo o copatrocinio de las propuestas de la OTAN, canadienses y danesas.

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