Ceremonial al estilo de Lenin
El entierro de Leónidas Breznev -como el de los otros líderes soviéticos fallecidos anteriormente- obedece a un muy ensayado ceremonial, que se puso en práctica por vez primera a finales de enero de 1924, con ocasión de la muerte de Vladimir Ilich Lenin.La compañera de siempre de Lenin, Natalia Krupskaia había dejado bien claros sus deseos en una carta que Pravda publicaría el 30 de enero. En ellas decía que no se hicieran monumentos a la memoria de su marido, no se bautizara ninguna ciudad con su nombre y no tuviera lugar ningún solemne acto fúnebre.
"Si queréis honrar la memoria de Lenin", afirmaba, "construid guarderías, escuelas, casas, colegios...". Poco caso le hicieron. El 21 de enero Stalin se había tomado ya como cosa propia las honras fúnebres de su antecesor.
Algunos revolucionarios de primera hora se sintieron escandalizados por la exuberancia típicamente georgiana con la que Stalin se hizo cargo del asunto: mandó embalsamar a Lenin y colocó su cadáver en una urna de cristal, que comenzó a ser exhibida dentro de un mausoleo provisional de madera -predecesor del actual, de mármol rojo y negro- plantado en un lugar preferente de la Plaza Roja.
Ya entonces, la sala de columnas de la Casa de los Sindicatos fue el lugar donde se celebró el velatorio. Esta sala -que se encuentra en el primer piso de un palacio de finales del siglo XVIII- fue, hasta la revolución, lugar favorito de encuentro de la nobleza moscovita.
José Stalin -muerto el 5 de marzo de 1953- gozó de los mismos usos funerarios que él había creado para su antecesor. Su cadáver fue colocado dentro del mausoleo de Lenin, donde permaneció tres años. Su sucesor, Nikita Jruschov, cerró la tumba por obras y mandó sacar el ataúd del georgiano, que terminó recibiendo sepulcro a los pies de la muralla del Kremlin, al lado de donde ayer fue enterrado Breznev y donde reposan tarnbién otros destacados políticos y militares de la URSS.
Del mausoleo de Lenin desapareció igualmente el nombre de Stalin, que había sido grabado sobre el monumento con los mismos caracteres usados para el del primer líder comunista.
Pero el traslado del cadáver de Stalin no le trajo demasiada suerte a Jruschov, que moriría poco después de ser derrocado y tuvo, por tanto, una ceremonia fúnebre mínima: su cadáver fue enterrado en un rincón del cementerio moscovita de Novodieivichi, el monumento funerario fue tallado por un escultor anticonformista -que él mismo había anatemizado-, ningún político asistió al acto y tuvo que ser su propio hijo -director del diario Izvestia durante el mandato de su padre- quien leyera el elogio póstumo.
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