La dimisión de Santiago Carrillo, acogida sin comentarios por la Prensa de la Unión Soviética
El Kremlin sigue sin pronunciarse sobre la dimisión del líder comunista español, Santiago Carrillo. La noticia que ofrecida escuetamente del sábado por la tarde por los medios de comunicación soviéticos, que no llegaron a hacer ningún comentario.
Recientemente -aprovechando el fracaso electoral del PCE en las últimas elecciones legislativas españolas-, la Prensa de Moscú emitió nuevas críticas contra Carrillo, responsabilizando a su política del revés sufrido en las urnas. El eurocomunismo de Carrillo ha sido objetivo frecuente de las iras de los ideólogos del Kremlin, que no han desaprovechado las ocasiones en las que tuvieron oportunidad de desairar al que consideraban un hereje.Ello no obedece sólo a causas ideológicas. Existe también una amplia serie de razones personales que convierten a Carrillo en un ser irritante a ojos de Moscú. El Kremlin no olvida que el hasta ahora secretario general del PCE -al que, en el fondo, consideran un desertor- fue uno de sus más fervientes partidarios, como cuando escribía en la revista teórica del PCE, Nuestra Bandera, en diciembre de 1949: "Estar en el campo que dirigé hoy el gran Stalin, el campo de la paz, la democracia y el socialismo, es estar por el progreso, la libertad y la democracia en España. Estar en contra del campo que dirige el gran Stalin es estar a favor de Franco y sus amos, los reyes del dólar".
En más de veinte páginas, llenas de ditirambos estalinianos, Carrillo calificaba al dictador soviético, entre otras cosas, de gran teórico y realizador del marxismo-leninismo", "genial estratega y táctico de la revolución y del comunismo", "adalid de la lucha por la paz, la libertad y la independencia de los pueblos...".
Marginación del PCE
Los comunistas españoles han sido marginados de todas las reuniones solemnes celebradas en Moscú durante los últimos cinco años. En 1977, cuando la URSS festejaba el 609 aniversario de su revolución, Santiago Carrillo no pudo leer el discurso que traía preparado, mientras que -lo que resultó bastante llamativo- el líder socialista español, Felipe González, era recibido pocos días después en el Kremlin con gran protocolo.Durante el último congreso del Partido Comunista de la Unión Soviética (PCUS), sólo un accidente histórico -el congreso comenzó el mismo día en que el teniente coronel Tejero secuestró a los diputados españoles- pudo evitar que el PCE tuviera que dar a conocer su discurso en una fábrica de una ciudad de provincias en lugar de hacerlo en el Kremlin: la delegación comunista española abandonó Moscú nada más tener noticia del golpe de Estado, librándose así de un nuevo desaire.
Moscú ha mostrado con el PCE mucha mayor dureza que con otros partidos eurocomunistas. Cierto es que los italianos han llegado a ser calificados de herejes por el diario Pravda, pero también es verdad que el Kremlin siempre ha respetado mucho más al partido de Enrico Berlinguer, que por algo es el partido comunista con más fuerza en Europa occidental.
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