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Moscú mantiene su empeño en conseguir una conferencia europea de desarme

El Kremlin sigue empeñado en que la Conferencia sobre Seguridad y Cooperación en Europa (CSCE) de Madrid acabe con algún documento que garantice su prolongación y no descarte la posible convocatoria de una reunión europea sobre desarme. Moscú ha venido apoyando en este sentido la llamada fórmula N+N, sustentada por los países neutrales y no alineados.La solución N+N consiste tan sólo en un documento final que cerraría la conferencia de Madrid sin romper la vía de diálogo iniciada con las anteriores CSCE.

Las últimas declaraciones oficiales soviéticas hacen creer que Moscú se encuentra desencantado por los escasos resultados de las conversaciones que en la actualidad mantiene con Washington: sobre tropas y armas convencionales, en Viena, y sobre armas estratégicas y tácticas, en Ginebra.

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La intención de entenderse directamente con otros rivales -países eurooccidentales, China y Japón- es evidente. El diálogo Washington-Moscú parece roto o, al menos, a la atenta espera de nuevos acontecimientos: el Kremlin estaría dispuesto a esperar a que los norteamericanos elijan nuevo presidente dentro de dos años -ya que consideran imposible entenderse con éste-, mientras que la Casa Blanca cree que pronto Breznev tendrá que dejar paso a un heredero que, presumiblemente, será un interlocutor más fácil.

Estas mutuas consideraciones sobre la supuesta eventualidad política del oponente frenan el posible diálogo Moscú-Washington; pero, a la vez, hacen que el Kremlin trate de buscar otras vías. Washington no está dispuesto a parar la próxima instalación de euromisiles en el Viejo Continente y para lo demás el Kremlin no tiene prisas. De ahí la importancia que Moscú atribuye a la CSCE.

La conferencia de Madrid es para la URSS -como lo fue la de Belgrado o la de Helsinki- una magnífica plataforma de entendimiento que no quiere abandonar. Pero, además, Moscú tratará, previsiblemente, de tender nuevos puentes en las próximas sesiones hacia los países de Europa occidental.

Sobre todo, la diplomacia de la URSS intentará demostrar que su país no pretende romper el diálogo. El Kremlin cuenta a su favor con las disensiones que el boicoteo de Reagan contra el gasoducto eurosiberiano ha creado entre los aliados de las dos orillas del Atlántico. Los movimientos pacifistas en Europa y los adversos resultados obtenidos por los republicanos en las últimas elecciones estadounidenses serán dos bazas más que el Kremlin puede jugar en la inminente reapertura de la conferencia de Madrid.

Moscú, no cabe duda, no pone en la CSCE grandes esperanzas; tan sólo trataría de no cerrar esta vía de diálogo que en el futuro podría serle muy útil para lograr un entendimiento por separado con los países europeos.

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