Caos informativo en torno al accidente del Pershing en la RFA
El accidente de tráfico con un convoy norteamericano que transportaba un cohete Pershing 1-A provocó un caos de informaciones contradictorias entre la policía del Estado de Biden-Würtemberg, los portavoces del Gobierno federal alemán y los de las fuerzas norteamericanas estacionadas en la RFA.El accidente puso también de manifiesto el lamentable estado en que se encuentran los vehículos de transporte norteamericanos y la impotencia del Gobierno federal alemán ante los derechos de las fuerzas norteamericanas estacionadas en la RFA.
Poco antes de su caída, el entonces canciller Helmut Schmidt respondió a una carta dirigida al presidente de los sindicatos, Ernst Breit, que había denunciado el almacenamiento de gases venenosos de guerra en el Estado de Renania-Palatinado. Schmidt tuvo que reconocer que no tenía ninguna influencia sobre los depósitos de gas norteamericanos, aunque su postura era contraria. El accidente del Pershing, cerca de Karlsruhe, sacó de nuevo a relucir la soberanía limitada de la RFA ante las fuerzas militares extranjeras destacadas en el país.
Mientras el ministro de Defensa norteamericano, Caspar Weimberger, insiste en su cruzada para aumentar los gastos militares de la OTAN, los vehículos militares norteamericanos que circulan por la RFA están en un estado tan lamentable que no pasarían el control obligatorio de automóviles a que tienen que someterse los conductores privados. Camiones sin frenos, ruedas completamente gastadas y otros defectos ponen en peligro la seguridad del tráfico, y así se vio en el accidente del convoy que transportaba un cohete Pershing, la noche del martes, en las proximidades de Karlsrúhe. Después de veinticuatro horas, los equipos especiales consiguieron rescatar el cohete, y los 1.250 vecinos desalojados volvieron a sus casas, después de pasar una noche de angustia, sin que nadie les explicase claramente lo que ocurría.
La ceremonia de la confusión la puso en marcha un oficial norteamericano ante las cámaras de la televisión. A la pregunta de si se trataba de un Pershing 2, respondió "no sé". Con esta respuesta, el oficial dio rienda suelta a toda clase de especulaciones sobre si se están estacionando ya secretamente los nuevos cohetes de la OTAN.
El caos desinformativo continuó en Bonn, donde los portavoces del Ministerio de Defensa y del Interior dieron cifras contradictorias sobre el número de muertos: tres (Defensa) y uno (Interior). El portavoz del Ministerio del Interior dio la cifra de 150 desalojados cuando en realidad fueron 1.250 Los portavoces del Gobierno habían de combustible sólido del cohete, mientras la televisión mencionaba los trabajos de bombeo del combustible. Los daños producidos por el accidente fueron valorados en 80 millones de pesetas.
Un diputado socialdemócrata denunció que en su distrito electoral se han producido ya siete accidentes desde 1978 a causa del transporte de cohetes del Ejército norteamericano.
El caos, procede del temor del Gobierno de Bonn a tomar carta en asuntos que implican a los norteamericanos. En Bonn parecen confundirse los principios de amistad con las normas de defensa de la propia soberanía.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.