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Asesinado el jefe de la División Acorazada

Los Reyes acudieron a la clínica de la Concepción para dar el pésame a los familiares del general Lago Román

Los reyes de España, Juan Carlos y Sofia, se desplazaron a la clínica de la Concepción a mediodía de ayer para dar el pésame a la viuda y a los hijos del general Lago Román. Poco después se dirigieron al hospital Clínico para interesarse por el estado del soldado conductor Juan Carlos Villalba, quien a esas horas se encontraba ya fuera de peligro, aunque su estado era grave. Por su parte, el futuro presidente del Gobierno, Felipe González, acudió a las 19.50 horas de ayer a la capilla ardiente que se instaló en el Cuartel General del Ejército, adonde también acudieron Calvo Sotelo, Fraga y Landelino Lavilla. El desfile de personalidades civiles y militares fue constante durante la mañana a ambas clínicas y durante la tarde a la capilla ardiente.

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Testigos presenciales de la visita de los Reyes a la clínica de la Concepción se mostraron impresionados por su semblante preocupado e incluso manifestaron que el rostro de la Reina evidenciaba haber llorado ante el cadáver del general.Uno de los primeros en llegar a la Clínica de la Concepción, a las 10.30 horas, fue el alcalde de Madrid, Enrique Tierno, quien afirmó haber coincidido en diferentes ocasiones con el general Lago Román. "Era un hombre afable, liberal, muy educado, un gran militar y un gran ciudadano", dijo el alcalde, "el atentado tiene el clarísimo fin de romper el equilibrio de este sistema. Es una trampa en la que no debemos caer".

Instantes después, el presidente del Gobierno, Leopoldo Calvo Sotelo, y el ministro de Defensa, Alberto Oliart, llegaban a la Concepción. Tras dar el pésame a los familiares, el presidente declaró que el atentado era "un crimen execrable y una provocación, no sólo a las Fuerzas Armadas, sino a todos los españoles que acaban de pronunciarse masivamente por una convivencia pacífica".

El ministro de Defensa visitó también al soldado Juan Carlos Villalba en el Hospital Clínico. En la salida de urgencias del hospital habló de la necesidad de terminar con el terrorismo "porque si no, no sabemos qué va a ser de este país".

El desfile de personalidades militares era incesante tanto en la Concepción como en el Clínico. Además del presidente de la Junta de Jefes de Estado Mayor, teniente general Alvaro Lacalle Leloup, estuvieron el teniente general Arozarena, el antiguo capitán general de Madrid, Quintana Lacaci, y el teniente general Gabeiras. Este último declaró que "la oficialidad está tranquila y no pienso que haya más reacción que la indignación por el atentado. Es una impresión terrible". Un capitán de la DAC comentó que el asesinado era uno de los generales en los que el Rey tenía depositada mayor confianza.

Altos mandos de la División Acorazada entraron repetidas veces por el servicio de urgencias del Hospital Clínico para conocer los últimos partes médicos y el estado del soldado conductor. Allí, un brigada de la Acorazada les daba puntual información del estado de Juan Carlos Villalba y se encargaba de llamar al cuartel para que los compañeros del soldado conocieran la evolución del estado de éste. "Es un muchacho extraordinario, con muchos amigos", explicaba el brigada con las lágrimas asomadas a los ojos, "terminaba el servicio militar en el próximo reemplazo. Sus compañeros están apenadísimos por lo ocurrido".

El ambiente en hospitalarios era de dolor y tristeza en todos los visitantes. El único momento de tensión de la mañana se produjo pasadas las doce, cuando llegó a las puertas del Clínico una tía carnal del soldado herido. Esta llegó gritando que no haría declaraciones ni quería ver periodistas. "¡Sólo quiero ver a mi hijo.

En la radio han dicho que había muerto y tengo que verle ahora mismo para saber que vive!", repetía una y otra vez. Poco después, la mujer conseguía reducir su nerviosismo, aunque persistió en su actitud de no hacer ninguna declaración a la Prensa.

En la Concepción, los familiares, subordinados y amigos del general Lago permanecieron a las puertas de la clínica hasta minutos después de la una de la tarde, hora en que el cuerpo del militar asesinado fue trasladado hasta la capilla ardiente instalada en el Cuartel General del Ejército. Hasta esa hora solamente los familiares más allegados permanecieron junto al cadáver dentro del servicio de urgencias del centro.

Aunque fuentes del PSOE habían anunciado que Felipe, González tenía intención de desplazarse a la capilla ardiente durante la tarde, dicha visita se pospuso al tener que acudir a una reunión en la Moncloa con el Rey, el presidente del Gobierno, Leopoldo Calvo Sotelo, el ministro de Defensa, Alberto Oliart, y el presidente de la JUJEM, Lacalle Leloup.

Tras concluir la citada reunión, Felipe González se desplazó a las 19.50 horas a la capilla ardiente, donde el dirigente socialista asistió a una misa corpore insepulto, a la que también asistieron el Presidente del Gobierno, Leopoldo Calvo Sotelo, el líder de Alianza Popular, Manuel Fraga, y el presidente de Unión de Centro: Democrático, Landelino Lavilla. También asistieron a dicha misa, el teniente general Ramón Ascanio Togores, Jefe del Estado Mayor del Ejército de Tierra y el Inspector Jefe de la Policía Nacional, general Alcalá Galiano.

. Previamente se habían personado en la capilla ardiente, el ministro de Defensa, Alberto Oliart, el de Hacienda, Jaime García de Añoveros, el presidente de la JUJEM, teniente general Alvaro Lacalle Leloup, el teniente general Díez Alegría, el ministro de Justicia, Pío Cabanillas, el director general de la Guardia Civil, Aramburu Topete, el jefe del Estado Mayor de la Guardia Civil, Andrés Casinello, el almirante jefe del Estado Mayor de la Armada, Saturnino Suances, el teniente general Santiago Díaz de Mendívil, el teniente general Emiliano Alfaro Arregui.

En la tarde de ayer se oficiaron varias misas corpore insepulto en la capilla.

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