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Crítica:CINE
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Un cuento suburbial

Es probable que los autores neorrealistas tuvieran hoy que reflejar en sus películas circunstancias bien distintas a las que inspiraron sus buenos sentimientos de posguerra. Ya Pasolini propuso una línea dramática que atendiera el carácter documental de aquel género con una impronta poética que profundizara mejor en su lenguaje; era necesario dejar de remitirse sólo al cine y, en su lugar, entender la realidad en su propio vocabulario. Muchos le rechazaron por su violencia; otros, por el escándalo que conllevaba.No tiene Eloy de la Iglesia la inquietud intelectual de Pasolini, pero sí comparte en algo su heterodoxia: lleva años tratando de contar en sus películas aquello que ve en los lugares que otros directores no frecuentan. Esa originalidad ha arruinado buena parte de sus propuestas porque inevitable ha sido para el director de El diputado dejarse tentar también por la posibilidad del escándalo. Una cierta ingenuidad ha anegado esos proyectos y no siempre, además, escandalizaban. Solían, en cambio, desconcertar a quienes no sabían si apoyar la tesis que normalmente aparecía recitada en un momento de la película o rechazarla en bloque por las secuencias tramposas con que esa tesis se veía acompañada.

Colegas

Dirección: Eloy de la Iglesia. Guión: Gonzalo Goicoechea y Eloy de la Iglesia. Fotografía: Hans Burman y Antonio Cuevas. Intérpretes: Antonio, Rosario González, José Luis Manzano, Enrique San Francisco, Pedro Nieva Parola, Queta Ariel, J. Manuel Cervino, Francisco Casares. Drama. España, 1982. Locales de estreno: Azul, Minicine 1.

Colegas supone un nuevo paso en esa trayectoria. Ha abandonado el director la necesidad de desarrollar teorías y ha suplido esa pretensión por la simple narrativa de un cuento que, como en la mayoría de sus últimas películas, se ambienta en los barrios populares de Madrid, y elige como protagonistas a menores de edad que, sin rumbo claro, sin una posibilidad social de realización, componen lo que, desde un cine ideológicamente distinto, se define globalmente como delincuentes.

El embarazo de una menor inicia la aventura. Tanto su hermano como el novio necesitan encontrar el dinero solicitado para el aborto; en su periplo topan con distintas violencias, con opuestos ambientes que van perfilando su realidad. Colegas se define como un documento ni muy exhaustivo ni muy pretencioso; ni definitivo ni menor. Su conflicto es simple aunque desencadene en tragedia.

Hay, naturalmente, toques del autor, concretados en breves secuencias que exageran trivialmente alguna información, por otra parte no fundamental: momentos fuertes para el llamado buen gusto. Pero esa es la poética de Eloy de la Iglesia, que defiende su oferta creativa en función del contacto que suele establecer en cines de barrio, en provincias olvidadas. Un cine que se quiere popular porque habitualmente esa demanda es cubierta por títulos menos respetables.

Es la primera película interpretada por Antonio y la segunda de Rosario González si recordamos su filme de niña prodigio, Al fin solos, pero..., que se olvidó rápidamente. Había en él, sin embargo, parte de la vitalidad que ahora demuestra: es una actriz de nervio, honrada y sensible. Los demás componentes del amplio reparto hacen también un trabajo eficaz, superando a veces las momentos vacíos o cubiertos sólo por las exageraciones.

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