El Gobierno israelí decide el desmantelamiento de la compañía aérea nacional El Al
El Gobierno israelí aprobó casi unánimemente el principio de la disolución y desmantelamiento de la compañía aérea nacional israelí El Al, hecho sin precedentes en la historia de la aviación civil internacional. La viabilidad de El Al estaba no sólo comprometida por las dificultades económicas de todo el transporte aéreo internacional, sino también por las exigencias de los partidos religiosos, que habían conseguido que no volase los sábados para respetar la fiesta judía del Shabat, lo que la había convertido en la única compañía aérea del mundo que interrumpía sus actividades un día a la semana.
El proceso de disolución empezará en un plazo máximo de tres semanas, a menos que todos los sindicatos de trabajadores de la compañía acepten incondicionalmente un protocolo de acuerdo presentado por la dirección. Mientras tanto, los aviones seguirán sin volar, aparcados en las pistas de aterrizaje.Los dieciocho miembros del consejo de administración de El Al habían manifestado, después de seis semanas de huelga de los empleados, su deseo de privatizar la compañía nacional israelí.
Como las demás compañías aéreas, El Al paga las consecuencias de la crisis del transporte aéreo internacional, provocado por el incremento del precio del combustible, la disminución del turismo y la competencia suscitada por los vuelos charter.
El Al tenía, por otra parte, algunos problemas específicos. Aunque durante años fue una compañía modelo y ampliamente excedentaria, su déficit superó hace dos años los cien millones de dólares (11.500 millones de pesetas), y sólo pudo ser reducido a cincuenta millones de dólares el año pasado mediante una serie de drásticas economías aplicadas por su presidente, Bouma Shavit. Los 5.000 empleados de El Al desencadenaron estos últimos años numerosas huelgas, pero una sola recibió el apoyo del Histadrout, la confederación sindical vinculada al laborismo. A causa de las huelgas, el pasivo de la compañía ascendió a 250 millones de dólares (28.750 millones de pesetas).
El Likud, la actual coalición electoral en el poder, dirigida por el primer ministro, MenáJem Beguin, es partidario del liberalismo económico y preconizaba la venta de los veintiún aparatos de El Al a dos compañías privadas, Maof y Arkia. Estas dos compañías no tendrían, por ser privadas, la obligación de someterse a los oukazes (obligación de observar los preceptos religiosos) del partido religioso ultraortodoxo Agudat Israel, miembro de la coalición gubernamental, que acabó por conseguir que El Al no volase los sábados.
Dos ministros, opuestos
A pesar de la oposición de David Levy, viceprimer ministro, y Aaron Uzan, ministro de Trabajo y de Asuntos Sociales, a la disolución de El Al a causa de sus consecuencias sociales, los demás ministros se pronunciaron por su desmantelamiento. Al parecer, el acuerdo del Gabinete es un compromiso entre los ministros que pedían la inmediata liquidación de la compañía y los dos que apoyaban la prolongación de la negociación con los trabajadores.Es muy poco probable, señalan fuentes solventes en Jerusalén, que el Histadrout consiga llegar en las tres próximas semanas a una solución de compromiso entre la dirección y los siete sindicatos de los empleados, incluido el de los pilotos.
Al final de la reunión del Gabinete, el ministro de Transportes, Haim Corfu, manifestó a los periodistas que el Gobierno "trabajará para poner en pie una nueva línea aérea eficiente".
Por otra parte, una carga explosiva fue descubierta y desactivada ayer por la mañana en la estación central de autobuses de Tel Aviv, según informaron fuentes policiales. La carga había sido colocada en una maleta y para desactivarla fue necesaria la evacuación de la estación.
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