Las grandes industrias nacionalizadas por Mitterrand no estaban tan sanas como se creía
La nacionalización de los cinco grandes grupos industriales franceses realizada por el Gobierno socialista cuando éste llegó al poder, en mayo de 1981, fue presentada a la opinión como una necesidad imperativa para afrontar la tercera revolución industrial. Pero ni las cuentas de esas empresas eran tan sanas como se creía, ni su evolución es positiva por ahora. Globalmente, a la vista de su gestión pasada, la Administración mitterrandista afronta el futuro de manera realista, con detrimento para el voluntarismo político que prevaleció en su primera etapa.
Ya hace tiempo que la polémica sobre la ampliación del sector público ha dejado de ser actualidad en Francia, sin que nadie convenciera a nadie de nada: para el Gobierno fue un primer gesto político y necesario económicamente. Pero todas sus explicaciones no han modificado, ni en un ápice" a los adversarios de las nacionalizaciones, que pensaban y siguen pensando que el poder no hizo más que plegarse ante un mito de la izquierda que no responde a ningún imperativo económico-industrial de un país, como Francia, altamente industrializado. Una vez el hecho consumado, cada cual observa o espera para desnacionalizar, tal como lo anuncia regularmente el líder neogaullista Chirac.Supuesto sector de vanguardia
Desde un principio, los responsables oficiales anunciaron que las nuevas empresas nacionalizadas serían la punta de lanza del desarrollo industrial del país. Gran parte del sector de vanguardia, en efecto, pasó a manos del Estado con esas nacionalizaciones. De momento, a penas cada una de esas empresas ha superado el período de reorganización. Sólo un vasto plan electrónico-informático ha sido presentado. Según un experto favorable al Gobierno socialista, "el Gobierno mantiene un silencio embarazoso por lo que se refiere a los grupos nacionalizados. Ocurre que salvo Dassault, constructor de aviones, y RousselUcalf, farmacéutico, las demás empresas nacionalizadas son conglomerados diversificados y dispares, que fueron creados en tiempos del presidente Georges Pompidou de acuerdo con una lógica financiera. Pero hoy se comprueba que resulta cada vez más difícil convertirlos en grupos de lógica industrial".
La situación de esos monstruos de la industria gala es diferente, pero para casi todos es difícil o grave en muchos casos. CII-HoneyweIl-Bull, destinada a monopolizar la construcción de ordenadores en Francia, ya perdió quinientos millones de francos en 1981 y se calcula que perderá mil millones en 1982. Con el agravante de" que los ordenadores IBM representan la vanguardia imparable en este sector y, también, de que el negocio de los microordenadores ya ha sido acaparado por los japoneses o norteamericanos, especialmente.
Evolución de las empresas
Thomson (armamento, electrónica profesional, electrodomésticos, televisión) se valora como una buena inversión para el futuro. Pero sus beneficios de otros tiempos, hoy, son pérdidas sustanciales: 180 millones de francos el año pasado y más del doble posiblemente en 1982. Matra, por el contrario, aún mantiene beneficios en el ramo que es su fuerte: las armas. Con el automóvil pierde y sin esperanzas de superar la crisis.
La Compañía General de Electricidad (CGE) se presenta como la empresa nacionalizada que navega de manera floreciente, como cuando fue nacionalizada. Y esto, a pesar de que abarca sectores afectados por la crisis mundial: es el número uno francés de los astilleros, el número dos mundial de cables y la primera empresa francesa del sector de la construcción y de obras públicas. Sus importantes contratos internacionales favorecen su desarrollo próspero.
Saint Gobain trabajaba en la informática, pero la nueva reestructuración ha suprimido este ramo de sus actividades, con ello queda centrada en la construcción, trabajos públicos, cristal y otros sectores de porvenir incierto. Pechiney Ugine Kuhlmann se considera como el lastre más pesado de todas las nacionalizaciones. El año último perdió 2.500 millones de francos.
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