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Reportaje:Cisjordania, la carrera contra la anexión / y 3

La mayoría de la población árabe desea un compromiso, mientras la juventud se radicaliza

Ahmed tiene el pelo rizado, la mirada espabilada y la sonrisa amplia y decidida, aunque se rompió dos dientes mientras corría perseguido por la policía en las calles de la parte vieja de Jerusalén.Tiene apenas dieciséis años y estudia bachillerato en el kiree, pero como las autoridades israelíes cierran casi la mitad del año los colegios palestinos para evitar disturbios, dispone de mucho tiempo libre para ayudar a su padre -propietario de una pequeña tienda de souvenirs y artículos religiosos para turistas, en el barrio de Azzahr, detrás de la puerta de Herodes- y Para aprender escuchando radios, extranjeras y oyendo hablar a los mayores lo que fue Palestina, lo que es la OLP.

Echarlos al mar

Desde el tejado-terraza de un pequeño hotel de peregrinos, abarca con la mirada la puerta de Damasco, la ciudad amurallada, las colinas que circundan Jerusalén, una de las vistas más excepcionales del mundo. De pronto se le endurece la expresión del rostro y, con el radicalismo propio de los adolescentes que sólo han conocido la ocupación israelí, dice: "Todo esto es nuestro; a los judíos hay que echarlos al mar".

Ahmed tiene amigos. Se llaman Mustafá, Ahmze o George. En mayo, tras el ataque perpetrado por un extremista judío-norteamericano contra la mezquita de Al Aqsa, tuvieron su bautismo de fuego cuando por primera vez participaron en una manifestación contra el ocupante israelí, gritando "Palestina es árabe" y "OLP-Palestina".

Después corrieron mucho para no ser alcanzados por la carga de la policía, y Ahmed -lo cuenta orgulloso por tercera vez- cayó al suelo y perdió dos dientes.

Desde entonces, Ahmed y sus amigos no son chavales normales y corrientes, y cuando se reúnen entre ellos no hablan de motos o del colegio, sino de las futuras manifestaciones de acabar con el dominio israelí, de liberar Palestina, de poseer un Estado independiente.

Independencia o nada

Cuando se les recuerda que la cosas llevan tiempo, que ni Estados Unidos ni muchos países árabes desean la creación de un Estado palestino, auténtico fermento revolucionario en Oriente Próximo, y que todo lo más a lo que pueden aspirar, por ahora, es a disfrutar de una autonomía en él marco del reino de Jordania, hacen una nueva mueca de disgusto: "El rey, no. Independencia o nada".

La guerra de Líbano, la anexión larvada por Israel de CisJordania y Gaza, la resolución adoptada por la cumbre árabe de Fez, el plan para Oriente Próximo del presidente norteamericano Ronald Reagan, la propuesta de confederación jordano-palestina, formulada nuevamente en septiembre por el rey Hussein de Jordania, todas estas iniciativas afectan directamente a lo! territorios ocupados, cuyos habitantes nunca han hablado tanto como ahora de su porvenir.

Ahmed y sus amigos no son exactamente representativos de lo que piensan sus padres o sus hermanos mayores del futuro de Cisjordania. El conflicto libanés y, más concretamente, el prolongado cerco de Beirut "han dejado en la conciencia colectiva de los palestinos del interior una imagen imborrable delleroísmo de la OLP; pero ahora se sienten también más desamparados que nunca, permanentemente acosados por la Administración civil y militar israelí, y están dispuestos a muchas concesionbs con tal de encontrar una salida al callejón en el que se encuentran", afirma Amnon Kapeliuk, periodista que cubre los territorios ocupados para el diario hebreo Al Hamishmar.

El regreso a Cisjordania, después de dos años de ausencia, conlleva una primera sorpresa para el periodista: los elogios matizados que hacen ahora sus habitantes de una Administración laborista de los territorios ocupados, que hasta 1980 equiparaban aún con la del actual primer ministro, MenáJem Beguin. "En dos años", explica Ibrahim Tawil, alcalde destituido de El Bireh, "desde que Ariel Sharon abandonó el Ministerio de Agricultura para asumir la cartera de Defensa, las cosas han empeorado mucho para nosotros".

De mal en peor

"Durante la década (1967-1977) de Administración laborista de los territorios ocupados, la vida a diario era más fácil y se nos trataba con algo más de respeto", asegura Hanna Siniora, director del diario palestino, frecuentemente censurado, Al Farj, mientras Ibrahim Tawil recuerda sus encuentros con los responsables laboristas, "que nos venían a ver y hasta se interesaban por nuestros problemas, sin llegar, generalmente, a resolverlos".

La segunda sorpresa es que, casi por primera vez, los cisjordanos parecen ahora reconocer que hay "buenos y malos israelíes" y que los primeros se manifestaron masivamente a finales de septiembre, en Tel Aviv, contra la matanza de cientos de civiles palestinos en los campamentos de refugiados de Sabra y Chatila, en Líbano.

"Fue algo más que una reacción espontánea; es algo más profundo, que puede anticipar un cambio de mentalidad del israelí medio", dice, refiriéndose a la indignación suscitada en Israel por la matanza, Ibrahim, Dakkak, ex secretario del disuelto Comité de Orientación Nacional, que reagrupaba a las principales, personalidades de Gaza y Cisjordania.

La cumbre árabe de Fez y su resolución final de siete puntos sobre la paz en Oriente Próximo obtuvo una buena acogida en los territorios ocupados -"por una vez", subrayan los responsables palestinos, "los dirigentes árabes lograron ponerse de acuerdo"-, pero todos los alcaldes de Cisjordania, junto con Bassam Chakaa, primer edil destituido de Nablus, dudaron que "lo acordado en Marruecos sea aplicado algún día".

"Queda por explicar", afirma Ibrahim Tawil, un tanto escéptico, "cómo piensan los jefes de los Estados árabes, conseguir lo enunciado en Fez, mientras no se elabore una estrategia negociadora, un calendario y soluciones alternativas en caso de fracaso".

Curiosamente, el plan de paz del presidente norteamericano, Ronald Reagan, ha suscitado un mayor interés en los territorios ocupados, sin duda porque tiene más posibilidades de ser aplicado algún día, aunque no satisface la reivindicación fundamental -según un sondeo del semanario norteamericano Time- del 98,2% de los cisjordanos: la creación de un Estado palestino independiente.

Nadie aprueba del todo el plan estadounidense, pero todos, con la excepción de los comunistas, coinciden en resaltar, con Ibrahim Tawil, que, por primera vez, Washington "evoca algunos de nuestros derechos como pueblo y no sólo como meros refugiados", lo que podría constituir una buena base de discusión" y hasta, como dijo Hanna Siniora, "puede significar una etapa hacia nuestra autodeterminación".

El plan Reagan preconiza la asociación, en régimen de autonomía, de los territorios ocupados a Jordania, y el rey jordano, Hussein, se apresuró a darle su aprobación indirecta al proponer la creación de una confederación jordano-palestina.

Primero un Estado

Raros son los cisjordanos que rechazan el proyecto, aunque discrepan con las modalidades de creación de la confederación. "Confederación, sí", dice, resumiendo la opinión general, Selim, estudiante de la Universidad palestina de Bir Zeit.

"Pero tengamos primero un Estado, aunque sólo sea por unos meses, para poder negociar con el reino jordano en igualdad de condiciones, para conseguir la suficiente autonomía que nos evite convertirnos en una provincia más de su majestad", subraya.

"Si en vez de incorporarnos libremente a Jordania, este país nos absorbiese lisa y llanamente, nuestra lucha por'nuestra libertad, por nuestra patria, se convertiría, como la de los kurdos de Irrak, en un asunto interno árabe; se nos olvidaría, y usted, periodista, no estaría aquí para hablar con nosotros".

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