Miren Alkorta: la vuelta a la normalidad de una 'liberada' de ETA
Es una mujer muy joven y, sin embargo, transmite con nitidez la impresión de una fuerte personalidad. Sólo cuando habla de volver a Euskadi sur, de redescubrir las pequeñas sensaciones que ofrecen la libertad y el anonimato, su voz profunda, casi ronca, pierde algo de seguridad para cobrar emoción. Está cansada del círculo cerrado de la clandestinidad, pero se reconoce en él con la misma fuerza con que se reconoce en su hijo, Oinatz, de dieciocho meses. Ha acuñado la frase "ETA ha cumplido su papel y no tiene ya razón de ser" y ahora, busca apasionadamente el abrazo de los suyos, la intimidad con su compañero y su hijo, y el goce de las cosas triviales de una vida normal.
Tiene veinticuatro años y ha ocupado puestos de responsabilidad en ETA, dentro del aparato militar de la organización político-militar. Según la Policía ha participado en numerosas acciones, ninguna de las cuales arrojó un saldo sangriento.Miren Lurdes Alkorta, Argi, entró en contacto con ETA cuando contaba diecisiete años. Después de militar en EIA durante un breve periodo, se liberó para ETA Político-militar. Había acabado el COU y conocía ya a Joseba Aulestia, Zotza, su actual compañero también de Ondárroa, máximo responsable entonces de los comandos operacionales de los polimilis.
"¿Que por qué decidí tener un hijo estando buscada por la policía y sujeta a la disciplina de la organización?. Es algo que no puedo explicar muy bien. Era un sentimiento que ya no podíamos dominar. Fue una decisión muy meditada que nos obligó a recapacitar sobre otras muchas cosas". Le pregunto si es una persona miedosa y ella niega rápidamente: "No, no soy miedosa; por lo menos nunca me he echado atrás a la hora de llevar a cabo una acción. Eso sí, tengo el miedo razonable a pasar por comisaría, a la muerte y a la cárcel".
Pregunta. ¿Por qué entró en ETA?
Respuesta. En aquellos momentos, en Euskadi y desde luego, en Ondárroa, se vivía un clima de militancia efervescente. Teníamos la sensación de vivir en una especie de guerra larvada. Personalmente, me marcó mucho la represión que siguió a las movilizaciones por Andoni Arrizabalaga, un vecino de Ondárroa que fue condenado a muerte. Varios familiares míos tuvieron que ser hospitalizados a consecuencia de los culatazos. Luego, estaban las torturas... ETA practicaba la violencia y yo creía en la necesidad de esa violencia.
P. La idea de tener que ejercer la violencia personalmente, ¿no le impresionaba?.
R. No, ya digo que creía, en la violencia. Es curioso, porque cuando me incorporé a ETA, una decisión que me costó muchas noches en blanco, no pensaba en absoluto en los tres finales que le esperan al militante de una organización armada: el exilio, la cárcel o la muerte, sino únicamente en si podría servir, si podría estar a la altura de las circunstancias.
P. ¿No cree que existía en aquellos años, en los ambientes abertzales o nacionalistas, una mitificación de los presos y de los propios militantes de ETA?..
R. Existía esa mitificación que dice, pero no hay mucha gente dispuesta a sacrificarse hasta el final sólo por pasar por un héroe en su cuadrilla. Por lo menos no es mi caso.
P. ¿No buscaba una experiencia personal propia, vivencias que le enriquecieran personalmente?.
R. Claro, pero es algo indeterminado que no puedo explicar, algo sumamente abstracto.
P. Dicen que en Ondárroa tenías fama de ser una chica bien, guapa, moderna y bastante creida.
R. De eso nada, mis padres tienen una carnicería donde hacen cajas para embalaje de pescado; me gustaba la música y sí, iba a discotecas.
P. Una organización que practica la violencia, ¿no genera necesariamente en su seno personajes autoritarios, un machismo latente, una forma de violencia?.
R. Bueno, ETApm ha sido una organización mucho más ideologizada que los milis, pongamos por caso, y siempre se ha intentado contrarrestar este tipo de cosas. Yo, sinceramente, no he visto actitudes de eso que dices, pero quizá ha sido porque he tenido la gran suerte de estar relacionada con compañeros muy preparados políticamente, gente que precisamente se ha preocupado mucho sobre estas cuestiones y no sólo a nivel teórico.
P. ¿No se ha sentido nunca discriminada por su condición de mujer?.
R. No, organizativamente no ha habido tal discriminación. He actuado como un militante más, he ocupado puestos de responsabilidad, he participado en los debates y creo que también se me ha escuchado como a uno más. En casa por ejemplo, todo el mundo hace las labores domésticas y todos nos vamos juntos a tomar vinos.
P. El funcionamiento interno de la organización, ¿puede ser considerado democrático?. ¿Hasta que punto la clandestinidad no impide la crítica interna y el debate?
R. Mire, el funcionamiento en ETApm ha sido todo lo democrático que puede ser en una organización clandestina. Nosotros nunca hemos renunciado al debate por muchas dificultades que hubiera.
P. ¿Cómo es la vida de un liberado de ETA?.
R. Una vida de continua movilidad. Cambias contínuamente de casa y nunca puedes establecer una comunicación con la gente que te acoge, colaboradores y sim patizantes, por miedo a saber de masiado. Es una vida de gitana, siempre pendiente de la cita, del contacto, en tensión continua.
P. ¿Cómo se quemó?.
R. Fácil, cayeron varios compañeros que me conocían, entre ellos un amigo mío, Satorra, que por cierto, está posicionado con la octava. Yo tuve más suerte, me enteré a tiempo de la caida y conseguí pasar la frontera.
P. Después volvió al interior...
R. Sí, pero de eso no quiero hablar.
P. ¿No recuerda algún hecho que le haya impresionado especialmente?.
P. No es que no recuerde, es que no quiero recordar. Pero le contaré una anécdota que me ocurrió atracando un banco. Yo estaba fuera cubriendo la salida con un M-16 desmontado que llevaba en un maletín. Iba bien vestida e in cluso maquillada para despistar mejor y varios currelas que estaban en una obra cercana empezaron a vacilarme. Como yo no me movía, no me podía mover porque el resto del comando iba a salir de un momento a otro, los tíos empezaron a tomarse confianza y yo ya estaba negra. Al final salió el comando y se lio la manta de muy mala manera, con un tiroteo de por medio entre nosotros y el servicio de seguridad del banco. Los tíos de la obra estaban pasaos, blancos, con la cara pegada al suelo.
P. ¿Qué le negó la lucha?.
R. La intimidad, la comunicación con la gente, con mi familia y mis amigos y sobre todo el desarrollar mi creatividad, mi pasión por la pintura. Me entusiasmaban en general todos los trabajos manuales y ahora no se que me pasa que salvo leer y escuchar música clásica no puedo hacer nada. He estado siempre viviendo con otras personas, con gente de la organización pero siempre distinta. Por ejemplo, yo no sé lo que es vivir sola con Joseba. Luego está el miedo a la policía francesa. Yo he estado tres meses en casa completamente encerrada sin salir ni siquiera al balcón.
P. ¿No hay comunicación con la población vasco-francesa?.
R. Yo diría que hay una incomunicación casi perfecta. Son fríos y horriblemente educados. Viven cada uno en su casita perfectamente aislados y evidentemente pasan mucho de nuestro rollo. Pero la incomunicación se produce también entre los mismos refugiados. Si, creo que las tres palabras que definen mejor nuestra situación aquí son la soledad, la incomunicación y la sensación de permanente provisionalidad.
P. ¿Qué va a hacer cuando vuelva?.
R. Cuando vuelva, que no va a ser mañana ni pasado, lo primero que voy a hacer es dar un abrazo enorme a mi familia y a mis amigos y después imagino que emborracharme con ellos. No hago mas que darle vueltas, voy a descubrir que la vida normal es algo maraviIloso: el pasear, el poder gritar. Intentaré estudiar bellas artes, vivir con mi hijo y con Joseba y claro, trabajar. lgual me admiten en la carpintería de mi familia y me pongo a coser cajas de pescado. Eso si, se me ha metido en la cabeza que tengo que ir a Thailandia y terminaré yendo.
P. Probablemente, te llamarán traidora en algunos ambientes; quizá en tu propia cuadrilla...
R. En mi cuadrilla no creo, y en cuanto a los demás, bueno, me enfrentaré a ellos como me enfrentaba en las asambleas que organizábamos para preparar las campañas pro-amnistía. Mira, los polimilis ya en nuestra séptima asamblea, en su primera parte, decíamos que la lucha armada no es un talismán sino algo que puede también ser asimilado y utilizado por la oligarquía. Y este es el caso ahora; la lucha armada juega hoy sobre todo a favor del golpismo y de la desestabilización y sus efectos en esta nueva etapa son, en mi opinión, mucho más negativos que positivos.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.