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Menor tensión que en años anteriores en la celebración del 9 de octubre en Valencia

La celebración del 9 de octubre, conmemoración de la toma de Valencia por el rey Jaime I y fiesta oficial del País Valenciano, transcurrió ayer en la capital en un clima de menor tensión que en años anteriores. Salvo los habituales insultos de grupos anticatalanistas a las autoridades socialistas y comunistas, no se registraron incidentes de importancia en el curso de la tradicional procesión cívica.

Los insultos y abucheos a los mandatarios de izquierda han sido habituales en esta celebración desde el año 1979, en que el alcalde de la ciudad, Ricard Pérez Casado, y el presidente de la Diputación, Manuel Girona, sufrieron heridas a consecuencia de los golpes que recibieron.La procesión cívica se inició a mediodía con el descenso de la bandera de la ciudad desde el balcón del Ayuntamiento. Varios miles de personas que agitaban banderas cuatribarradas con franja azul se habían congregado previamente frente a la casa consistorial y en algún momento dieron gritos de "regne" ("reino"). Una vez bajada la bandera, los mismos grupos pidieron a gritos que se interpretase el himno a Valencia del maestro Serrano, lo que hizo a continuación la Banda Municipal.

Grupos reducidos que portaban una bandera similar a la del Ayuntamiento se colocaron en cabeza de la comitiva y quedaron separados de la representación de los partidos políticos y las instituciones por la compañía de honores del Ejército que habitualmente acompaña la procesión.

En medio de un importante despliegue de efectivos de la Policía Nacional, la comitiva realizó el recorrido hasta la plaza de Alfonso el Magnánimo, donde está situada la estatua ecuestre de Jaime I. Allí se realizó la ofrenda de coronas de laurel, en el curso de la cual Pérez Casado y Girona fueron pitados, abucheados e insultados. Los abucheos se repitieron cuando se ofrendó la corona del Consell, llevada por el presidente de la institución, el centrista Enrique Monsonís, y el conseller de Cultura, Cipriá Ciscar, del PSOE. Durante este acto el gobernador civil, José María Fernández del Río fue aplaudido, y también hubo vivas para él durante el recorrido de la manifestación.

Los insultos se centraron en el alcalde, especialmente durante el regreso por la calle de la Paz, repetidamente llamado "catalanista" y "fill de put". Grupos de ultraderechistas hicieron ademán de poner los cuernos con la mano a su paso. No obstante, no se llegaron a pnoducir agresiones, aunque hubo conatos, ya que la policía mantuvo controlados a los grupos que se intentaban integrar en la comitiva y aproximarse a las autoridades.

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