Si les votan
Hay un clarísimo oportunismo en el cine de la derecha, que contrasta con la abstracción que aún perdura en parte de las películas realizadas por directores demócratas. Desde que se instituyera en nuestro país un sistema parlamentario, llueven las películas que, con un humor barato, tratan de desprestigiarlo entre espectadores poco exigentes o mal informados. Que la mayoría de esas películas se transformen en éxitos comerciales supone un dato a tener en cuenta; al parecer, sólo Berlanga, de entre los directores de prestigio, pretende utilizar también el sainete como forma de exponer su progresista punto de. mira.El humor de las películas de la derecha suele ser ramplóm, zafio, viejo y tramposo. Los autonómicos, por citar un ejemplo reciente, reducía a caricatura grotesca el empeño político marcado por la Constitución con la disculpa de que sólo era un divertimento. En los tiempos añorados por los cineastas responsables de estas películas era imposible, ni aun en broma, criticar los principios del Movimiento. Es un dato que nos ocultan los críticos de ahora.
'¡Que vienen los socialistas!'
Guión y dirección: Mariano Ozores. Fotografía: Paolo Villaseñor. Música: García Segura. Intérpretes: José Sacristán, Luis Escobar, Antonio Ozores, Alfonso del Real, Mari Carmen Prendes, Antonio Garisa. Comedia. Española, 1982. Locales de estreno: Carlos III, Princesa, Windsor B, Consulado, Victoria, Versalles, Liceo, Garden.
Con tal bagaje es lógico acercarse a ¡Que vienen los socialistas! con una buena carga de prejuicios. Mariano Ozores es un autor que ha superado todas las cotas de ramplonería conocidas; su velocidad para fabricar películas no le permite, aunque lo pretenda, hacer trabajos mejores, más reflexionados. (En las carteleras madrileñas se han estrenado en estos días otras dos últimas películas suyas: Cristóbal Colón, de profesión descubridor, y El hijo del cura).
¡Que vienen los socialistas! parece estar hecha sólo a través del oportunismo del título. Lo que luego se narra es una comedieta sin importancia en la que pretende denunciarse la picaresca de quienes tratan de colocarse siempre junto a los ganadores. En un pueblo donde existen representantes de fuerzas políticas con excepción de militares y comunistas, se organiza un barullo alrededor del líder local del PSOE, a quien todos quieren seducir: unos, regalándole un coche, otros facilitándole la compra del piso que necesita para casarse, el que menos ofreciéndole un ventajoso trabajo.
La película no se inscribe en el esquematismo de otras películas coyunturales. Parece que el propio Ozores no quiere cargar las tintas por si son los socialistas quienes vencen el 28 de octubre. Sustituye su humor facilón por un homenaje a Berlanga: cuando todos esperan la llegada de Felipe González, el automóvil en el que éste viaja pasa de largo, dejando a todos con la frustración que ya padecieron los habitantes de Villar del Río cuando confiaban en los milagros del señor Marshall. Lo que ocurre, claro, es que no es lo mismo. Aquella inteligente crítica de Berlanga se refería a un momento bien distinto, significaba exactamente lo opuesto. Pero a Mariano Ozores le vale.
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