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Entrevista:

El filósofo José Ferrater Mora presenta en Madrid su primera novela

'Claudia, mi Claudia' aparecerá pronto en catalán y en inglés traducida por su autor

José Ferrater Mora (Barcelona, 1912) presenta hoy en Madrid, en la Casa del Libro, su novela Claudia, mi Claudia, primera de las que escribe este filósofo, uno de los españoles de mayor producción y prestigio. Andrés Amorós, Francisco Ayala y José Manuel Caballero Bonald intervienen en la presentación de esta novela que apare ce en castellano y que el propio Ferrater Mora traducirá inmediatamente al catalán y al inglés. "Tengo la confianza de que la novela me ha salido bastante bien", explica el filófoso en esta entrevista.

Nacido en Barcelona en 1912, José Ferrater Mora es uno de los filósofos españoles de mayor producción y prestigio. Entre sus obras destaca el Diccionario de Filosofía, reeditado y ampliado a lo largo de veinticinco años; El sentido de la muerte (1947), Lógica matemática (1956), Cambio de marcha en la filosofía (1974), Etica aplicada (1981)y La filosofía actual, obra que será próximamente reeditada con el añadido de la filosofía de los últimos quince años. A finales de este mes aparecerá su primera novela, titulada Claudia, mi Claudia.Pregunta. En breve aparecerá su libro La filosofía actual, con un añadido dedicado a la evolución de la filosofía en los últimos años. ¿Cómo ve usted ese período?

Respuesta. Hace unos diez años se repetía que la filosofía había muerto; sin embargo, tengo la impresión de que en los últimos cinco años la filosofía ha conocido un desarrollo más bien favorable. Muchos filósofos se han dado cuenta de que había que abandonar un tipo de filosofía consistente en revolotear sobre uno mismo y se han empezado a interesar por problemas científicos y sociales. Yo mismo he publicado, en colaboración con mi mujer, Priscila Cohri, Etica aplicada, que en cierto modo refleja, sin estar hecho con ese propósito, esa actitud de la filosofía que se abre hacia problemas de una naturaleza más concreta y determinada, en lugar de ocuparse escolásticamente de problemas internos de la filosofía. Y eso es en el campo moral; pero también en los casos de las filosofías científicas se experimenta ese interés por movimientos concretos y desarrollos de la ciencia, más que la especulación de régimen interno, aunque se presente como una pura lógica de ciencia.

P. En su último libro publicado, Etica aplicada, usted invitaba a los científicos a tratar problemas filosóficos, y a la inversa. ¿Cree que se ha producido respuesta?

R. En parte, hay que tener en cuenta que la mayor parte del tiempo el científico no necesita ocuparse de problemas filosóficos; pero cuando llega a ciertos elementos teóricos, quiera o no, ha de enfrentarse a problemas de naturaleza filosófica. Pongamos un caso: el problema del evolucionismo. Es un problema científico que debe resolverse empíricamente; pero hay problemas, tales como el predominio del esencialismo de las especies o del populacionismo, que son clásicamente filosóficos. Es el problema de si las cosas tienen un núcleo esencial o si están determinadas por ciertas condiciones que pueden ser modificadas.

P. El movimiento entre los científicos para tratar problemas filosóficos, ¿ha tenido su contrapartida entre los filósofos?

R. Sí, porque en parte se corresponde con la actitud de los filósofos, que ya no tienen objetos propios que sean filosóficos; esos presuntos objetos propios son más bien puras especulaciones, y, por tanto, no ha quedado más remedio que tratar con los objetos los problemas que se plantean: en el caso del conocimiento, la ciencia; en el caso de la acción, la política, aunque ambas son complementarías.

P. Además de la actividad estrictamente filosófica, usted ha hecho cine y ahora aparece su primera novela. En principio estas actividades parecen ser ajenas a su ocupación fundamental, aunque sigan la moda de los profesores que se pasan a la creación. ¿Qué relación tienen estas actividades con la filosofía?

R. Todas las personas tienen además de sus intereses profesionales, unos ciertos intereses artísticos; en mi caso es el cine. Hay un poema de Rafael Alberti que dice: "Yo nací con el cine", de 1900. Yo soy más joven que Alberti, pero pertenezco a una generación que se desarrolló con el cine. Mucho más que la generación de los años cuarenta y cincuenta. De forma que mi interés por el cine se debe a una circunstancia histórica. De todas formas, mi obra cinematográfica es sólo una especie de nota a pie de página al resto de mi obra. En cuanto a la novela, que ahora aparece en castellano, pero que más adelante aparecerá en catalán, traducida por mí mismo, y también, espero, en inglés, no se trata de una novela filosófica, aunque en ella pueda haber ideas o consideraciones o implicaciones filosóficas, pero no más que en cualquier otro autor. En ella empleo algunas técnicas modernas, pero siempre al servicio de la narración. Tengo la confianza de que me ha salido bastante bien.

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