Política de concertación social
Uno de los hechos más destacados que se han producido en la actual legislatura en materia laboral -junto a la promulgación del Estatuto de los Trabajadores y la Ley Básica de Empleo- ha sido el Acuerdo Nacional sobre Empleo (ANE), pacto que quizá no vuelva a repetirse, pero que ha marcado las relaciones laborales en el último año.A diferencia del Acuerdo Marco Interconfederal (AMI), firmado por UGT y la Confederación Española de Organizaciones Empresariales (CEOE), el ANE contó con la presencia y el compromiso del Gobierno, que amplió el alcance de los acuerdos. Cuando a mediados de 1981, tras largas y tensas reuniones, se producía por fin la firma del ANE, se iniciaba una política de concertación social inédita en nuestro país.
Los sindicatos conseguían, a cambio de la moderación salarial, su reconocimiento pleno como interlocutores válidos, una mayor consolidación y un protagonismo institucional del que hasta entonces carecían. Las comisiones de seguimiento del ANE han servido sobre todo para recordar al Gobierno la existencia de una patronal y unos sindicatos que, al margen de su fuerza real, era necesario tener en cuenta. La presencia de centrales y patronal en los institutos de la Administración, aunque aún no esté completa, ha contribuido a un mayor control de la gestión y a una mayor eficacia de la misma.
Las restricciones que en materia de cobertura al paro había impuesto la ley básica de Empleo fueron, en parte, subsanadas -bien que temporalmente- con algunos de los acuerdos alcanzados y asumidos por el Gobierno.
El ANE, sin embargo, abrió las puertas a la flexibilidad de plantillas. Entre los pactos, acuerdos, componendas y compromisos que subyacieron a lo largo de la negociación del ANE, la aceptación de la contratación temporal por parte de los sindicatos fue uno de los aspectos que más polémica produjeron. Los decretos de julio de 1981 sobre contratación temporal -refundidos y modificados un año después con la oposición de sindicatos y patronal- establecen, por primera vez en nuestro país, una tímida flexibilidad de plantillas.
Replanteamiento de estrategia
Todo ello abre un nuevo marco de relaciones laborales, ante el que los sindicatos se ven obligados a replantear su estrategia.
El ANE no acabó con la conflictividad en la negociación colectiva -objetivo de los empresarios-, no frenó la escalada inflacionista -objetivo del Gobierno-, no ha resuelto del todo la consolidación sindical -objetivo de los sindicatos- y está por ver que consiga la disminución del paro -objetivo de todos los firmantes.
Pero ninguno de ellos ha perdido más de lo que ha dado y puede decirse que todos han logrado algo de lo que se propusieron.
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