Feminismo cubano
No es Teresa una mujer vulgar, pero padece la misma sumisa dependencia del varón. Teresa tiene una personalidad especial, capaz de permitirle rebelarse. Y lo intenta. No puede soportar por más tiempo la intransigencia de su marido, incapaz de tolerar que Teresa dedique su tiempo libre a una serie de actividades sociales que sus compañeros de fábrica organizan para un futuro concurso nacional. Teresa defiende su libertad y el marido la abandona.Es probable que otras mujeres cubanas, o mujeres de todo el mundo, se acobarden como Teresa y sufran en silencio la injusta división de papeles a que el matrimonio obliga. Ella es una excepción. De ahí que la película rodada por Pastor Vega tenga una lectura moralizante, ejemplar. No oculta el director las contradicciones que surgen de una postura como la de su heroína. Pero las valora positivamente.
Retrato de Teresa
Director: Pastor Vega. Guión: Pastor Vega y Ambrosio Fornet. Fotografía: Livio Delgado. Música: Carlos Farinas. Intérpretes: Daisy Granados, Adolfo Llauradó, Alina Sánchez. Sainete dramático. Cubana, 1979. Local de estreno: Torre de Madrid.
En conjunto, su película es un testimonio sobre cierta realidad de su país. Retrato de Teresa ha significado una ruptura importante en la cinematografía cubana, porque, en lugar de las inevitables películas históricas que otros países socialistas fabrican miméticamente, Pastor Vega ha decidido sacar sus cámaras a la calle y reflejar los decorados, los modismos, los ambientes de los actuales habitantes de La Habana. A ello añadió la moraleja feminista. El resultado es noble e interesante, aunque también adolezca de repeticiones innecesarias y una evidente torpeza narrativa. La cámara está generalmente colocada en lugares inverosímiles; la unión entre dos planos chirría estrepitosamente.
Sinceridad
Pero gana la sinceridad, básicamente apoyada en el talento interpretativo de Daisy Granados y Adolfo Llauradó, la pareja protagonista. Las secuencias de sus enfados y reconciliaciones heredan un sistema de interpretación que huye de la declamación para rebuscar en las emociones personales de sus intérpretes. Otros momentos de la película son más obvios, algo forzados.Hay que destacar, finalmente, que algún distribuidor español se haya atrevido a importar películas poco habituales en la mecánica comercial del cine español. Aunque no cuente de antemano con la expectación incondicional de los habituales al cine de Hollywood, lentamente puede ganarse el favor de sus espectadores.
Basta con avisarles de que Retrato de Teresa no tiene el aire industrial de las películas yanquis ni siquiera el de las grandes superproducciones cubanas, como la descomunal Cecilia, que se presenté con escaso éxito en el último festival de Cannes.
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