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Tribuna:TRIBUNA LIBRE
Tribuna
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Concentración bancaria y cambio político

Una cosa, al menos, ha tenido de positiva la reunión que el Fondo Monetario Intemacional (FMI) y Banco Mundial, organismo estructurado de acuerdo con los intereses de los países más poderosos, ha celebrado en Toronto: la confirmación oficial, tras la nacionalización de la banca en México, del temor a que la crisis económica termine por dañar seriamente el actual sistema financiero muncial, dada la situación en la que se hallan inmersas las economías no desarrolladas.La reciente asamblea de Toronto ha ratificado el grave revés que para la construcción del ya casi mítico nuevo orden económico internacional representa la adversa coyuntura. Simultáneamente, el agravamiento del marco económico de los países menos favorecidos ha puesto de manifiesto la perentoriedad de esa construcción como medio superador de la dependencia y pobreza que padecen tales países.

-Sin ánimo de equiparar- esas convulsiones con lo que está sucediendo en nuestro sistema financiero -tampoco han de olvidarse, entre otras razones, por las repercusiones que sobre él pueden tener, al hallarse firmemente asentado en algunas de esas economías-, lo que sí est - á fuera de toda duda es que la banca española tampoco se ha librado de la crisis, generando ésta un conjunto de cambios en su estructura.

Crisisy concentración

Entre ellos cabe citar el proceso de concentración, resultado de los graves problemas que aquejan desde 1977 a pequeños y medianos bancos, fundamentalmente. A partir de ese ejercicio, las noticias sobre absorciones, fusiones o simplemente situaciones díficiles de algunas entidades -de estas últimas se, presentaron:, entre 1978-1981, por lo menos veintisiete casos- han ido adquiriendo carta de normalidad. No obstante, puede indicarse que el presente año, a pesar de no haber finalizado, ofrece ya suficientes motivos como para afirmar que está destinado a ser un hito en la historia de la concentración del poder bancario.

Como pruebas, pueden ser citadas: la compra del Banco Internacional de Comercio por el Centrg la de Bankunión por el Hispano, la de la Banca Mas Sardá por el Vizcaya, la declaración de insolvencia y probable venta del Banco de los Pirineos a la Banca Morgan y las pérdidas del Banco de Descuento, lo que ha obligado al Fondo de Garantía de Depósitos a hacerse cargo de su gestión. Esta sucinta referencia podría completarse con los graves problemas que rodean a la Banca Catalana, cuya solución, al menos temporal, se ha obtenido con la ayuda prestada por las cajas regionales y por el Banco de Sabadell, así como con la más que segura fusión del Levante y Zaragozano, operación en la que Banesto tiene puestos sus ojos. En definitiva, durante los meses transcurridos se han producido un conjunto de cambios cuyas,consecuencias han de ser, cuando menos, significativas para el futuro panorama de la banca española.

Las consecuencias

Cabe señalar, en primer término, la ampliación del poder de los siete o elite bancaria, al tiempo que -se produce una serie de transformaciones en su interior: la crisis no sólo ha desatado la lógica competencia interbancaria, de la que los grandes"no han podido escapar, sino además está empujando a éstos á una lucha expansiva que los sitúe en mejores condiciones para abordar la nueva situación, batalla que está modificando la jerarquía de esa elite. Si no se tiene presente. este combate para ocupar mejores puestos, es difícil comprender algunas de las absorciones últimamente realizadas pues en ciertos casos la evolución de Ia entidad absorbida no justifica por sí sola la operación; en ésta también han influido factores como es la propia necesidad expansiva de la entidad absorbente.

La definitiva consolidación de dos subgrupos dentro de la elite -pese a los esfuerzos del Bilbao y Vizcaya para no verse desenganchados del grupo dominante, sobre todo del primero, que con la compra de la Banca Mas Sardá ha intentado paliar la adquisición de Bankunión por el Hispano-, en la que la cabeza está ocupada por el Central, Banesto e Hispano, se encuentra íntimamente unida a esta carrera impuesta por una mayor competencia.

Tampoco se halla alejada de la misma la disputa que, agudizada desde 1978, se está librando entre el Central y Banesto por habitar en el lugar de honor, disputa que, a pesar de la habilidad con la que está, siendo dirigida por Escámez, y que se ha plasmado reciente mente en la adquisición del Banco Intemacional de Comercio, no parece conclusa, al no haber arrojado la otra parte la toalla, como lo demuestra su interés por el Zaragozano o los rumores que se ciernen sobre el Pastor y el Herrero.

Continuando en el terteno de los rumores, hay que citar también los referentes a que la banca extranjera se va a hacer cargo del Banco de los Pirineos y/o del de Descuento, reforzando así su presencia tras la adquisición de la Banca López Quesada y del Banco de Valladolid. Posibilidad que, de consumarse, exacerbaría la competencia.

Adiós al Estado

Existe, por último, otro factor, aunque éste todavía se encuentre en el alero, que puede contribuir también a hacer de este ejercicio, en ese afán humano por la periodización, frontera entre viejas y nuevas etapas. Me refiero a un acontecimiento político cuya trascendencia para la actividad bancaria puede ser decisiva: la victoria del PSOE en las próximas elecciones.

Si se produce tal fenómeno, surgirá un hecho insólito desde la guerra civil, y es que la banca se encontrará apartada de la toma de decisiones por parte del Ejecutivo, al no tener ninguno de sus hombres colocados en dicho organismo. Se habrá producido entonces una auténtica ruptura con el pasado, no ya sólo franquista, etapa en la que la banca estuvo personalmente vinculada a los organismos estatales, sobre todo a través de los grupos Hispano-Urquijo y Banesto, que ejercieron la labor de un modo constante y casi monopólico, sino también con el pufodo democrático.

Desde el restablecimiento de las libertades, la banca, dada la imposibilidad de acceder al Legislativo con la misma facilidad con la que lo hízo durante el franquismo, ha centrado todos sus esfuerzos en garantizar su presencia en el Ejecutivo. Por esta vía ha llegado a conseguir que en el nuevo período el número de ministros relacionados con el negocio bancario no sólo superase al de los Gobiemos de Franco, sino además ha logrado que desde el primer Gobiemo de la Monarquía su presencia haya ido en aumento, hasta llegar al actual Gabinete, en el que el mismo presidente ha sido consejero del grupo Hispano-Urquijo.

El divorcio que puede abrirse el 28 de octubre entre la banca y el Ejecutivo, además de su significado histórico, será otro agente que impulse el proceso de concentración bancaria, ya que, si bien es cierto que tal acontecimiento puede reparar parcialmente la maltrecha unidad de los siete ante el menester do cerrar filas para dialogar con unas autoridades adversas al gran capital, no lo es menos que dicha separación supondrá la pérdida de prebendas obtenidas por su,fusión con el poder político. Si la victoria socialista llega a materializarse, la expansión y concentración del negocio bancario dejará de depender de la utilización de los órganos estatales, como parcialmente,ha sucedido hasta estos momentos, para pasar a hacerlo de una mayor racionalización. Será entonces cuando se ponga a prueba su capacidad modernizadora que abra el camino de su homologación occidental. Fracasar en la labor sería tanto como admitir que el poder de la banca en España se halla atado, en buena forma, a la privilegiada situación otorgada por el Estado; ello podría ser utilizado por aquellos que abogán por su nacionalización como una razón más para solicitar la adopción de tal medida.

Antonio G. Temprano es adjunto de Estructura Económica de la Universidad Complutense de Madrid.

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