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Regresa a España el ecologista gallego detenido por encadenarse al carguero holandés 'Rijnborg'

Rosa Rivas

El ecologista español, vestido con pantalón de pana gris y camiseta de color vino con el anagrama de Green Peace, llegó a Barajas cargado con abundante material propagandístico de esta organización internacional. Le acompañaba una silenciosa muchacha rubia, compañera del mecánico holandés de Green Peace que resultó herido por uno de los bidones de residuos radiactivos arrojados a la fosa atlántica. El herido, al parecer bastante grave, se encuentra hospitalizado en Vigo, destino final de los dos viajeros procedentes de Holanda. "Yo no soy de Green Peace, pero considero su lucha muy importante, a pesar de lo arriesgada que es", comentó la joven, preocupada por el estado de salud de su amigo, accidentado en otra ocasión antes de enrolarse en el Sirius.El pasado 8 de agosto, Modesto Solla, secretario general de ADEGA, se ató con cadenas y esposas a las plataformas de lanzamiento de residuos del carguero Rijnborg, junto al alemán Harold Zindler y el norteamericano Rusell Wray, ambos de Green Peace y desplazados ya a sus respectivos países. Los tres fueron detenidos ese mismo día por el capitán del barco, quien, al igual que el resto de la tripulación, les trató de una forma despectiva. "Antes del abordaje dirigían los bidones hacia donde estábamos nosotros. Una vez 'secuestrados' en el barco, el cocinero y su ayudante se portaron fenomenal, nos facilitaban la información de ruta que los demás se negaban a dar y nos pasaron papel y lápiz para poder escribir, comenta Solla, mientras sostiene con cierta devoción las hojas repletas de notas que constituyen su diario de a bordo.

Ambiente asfixiante

Los tres hombres permanecieron día y medio en las cabinas del barco e igual tiempo apresados en la proa, donde "al menos, pudimos tomar el sol", ironiza el ecologista. Durante esos tres días no probaron bocado, pues rechazaron la comida que les ofrecieron. Después fueron encerrados en las bodegas, "en un ambiente asfixiante, sin luz ni nada", y luego pasaron a unos camarotes, y en la madrugada del día 11 pudieron mandar un telegrama a su abogado.La llegada al puerto de Vlissingen, al sur de Holanda, se produjo a las 22.30 horas del lunes día 13, con flores y saludos emocionados de los habitantes de esta localidad, un grupo de emigrantes del Lar Galego y ecologistas españoles y holandeses. El Rijnborg no atracó en muelle; unas lanchas de la poli cía naval holandesa recogieron a Solla, Zindler y Wray, demacra dos y con ropas prestadas. La siguiente escala fue en las dependencias de la policía municipal de Vlissingen, donde fueron interrogados "con amabilidad. Nos dijeron que cumplían un deber, pero que aprobaban nuestra acción, que es algo terrible lo de echar al mar residuos radiactivos", señala Solla. Posteriormente pasaron a disposición judicial. El juez les dejó en libertad, sin cargos, y les dio un visado especial.

Este "gallego antinuclear", abogado laboralista que ejerce en Vigo y Pontevedra, piensa enrolarse en las nuevas campañas de Green Peace. "Son gente especial, entrañable, expertos marineros y técnicos y magníficos compañeros", dice, y comenta que le sorprendió la nota que publicó ADEGA el 11 de septiembre acusando de electoralismo al PSOE y de abandonar a su suerte a los ecologistas detenidos. "La primera opinión la comparto; la segunda no, pues se hizo precipitadamente, en un momento emocional".

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Sobre la firma

Rosa Rivas
Periodista vinculada a EL PAÍS desde 1981. Premio Nacional de Gastronomía 2010. Licenciada en Ciencias de la Información por la Universidad Complutense. Master en Periodismo Audiovisual por Boston University gracias a una Beca Fulbright. Autora del libro 'Felicidad. Carme Ruscalleda'. Ha colaborado con RTVE, Canal +, CBS Boston y FoolMagazine.

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