Los dirigentes árabes abogan por la negociación como único medio para lograr la paz en Oriente Próximo
La propuesta de paz en ocho puntos adoptada por los presidentes, reyes y príncipes que participaron durante cuatro días en la 12ª cumbre de Fez parece derivarse de la filosofía de que cuando los problemas entre naciones son tan insolubles como el que opone a árabes e israelíes desde hace 34 años, sólo de un compromiso puede venir alguna esperanza. El rey Hassan II hizo ayer un llamamiento a Israel para que responda afirmativamente a la iniciativa árabe de escribir "un nuevo capítulo de la Historia".
Si las divergencias, a veces profundas, que dividen a los árabes entre sí justifican el escepticismo de muchos observadores en cuanto a las posibilidades de aplicación de un tal plan, justo es reconocer que se trata del primer proyecto árabe desprovisto de todo chantaje verbal, que no expresa ninguna amenaza, realista y equilibrado en sus propósitos.Las agencias de Prensa del mundo entero han puesto de relieve que, por primera vez en la historia, los árabes están dispuestos a reconocer implícitamente a Israel. Junto a esta decisión, que tiene a pesar de sus limitaciones una indudable envergadura histórica, conviene subrayar otra no menos decisiva: también por primera vez los árabes hablan de paz y de diálogo.
Reconocimiento de Israel
Algunos señalan que, a pesar de todo, los participantes de la cumbre de Fez no lograron el reconocimiento claro y explícito del Estado de Israel. Este es el punto sobre el que ha hecho hincapié el ministro de Asuntos Exteriores israelí, probablemente con más premura que reflexión. Sin embargo, y cuando todavía está sin concluir la cuarta guerra árabe-israelí lanzada por Israel en Líbano, es lícito preguntarse si acaso los árabes podían llegar más lejos de donde han llegado.Con una gran amargura, no exenta de pesimismo, el rey Hassan II expuso ayer en una conferencia de prensa final, las razones, pero también los temores, de los árabes. "Lo que ha ocurrido en Beirut", dijo el monarca, "es mucho más dramático de lo que podemos suponer. En ocho o diez años vamos a cosechar lo que Israel ha sembrado. Preveo para la humanidad, en los años ochenta, una oleada de terrorismo ciego, sin barreras ni ideologías".
Dos etapas
El plan árabe aprobado en Fez, según explicación del monarca, comporta dos etapas. "La primera", precisó, "consiste en llegar a un estado de no beligerancia en la región. No beligerancia, se entiende, en el caso de que volvamos a las fronteras de antes de 1967. Esta primera etapa, por sí sola, será ya un paso enorme hacia la paz. El reconocimiento del Estado de Israel, que implica intercambio de embajadores, de banderas, comerciales, y otros, no está ahora sobre el tapete. La primera etapa sin embargo, supone ya un paso de avance considerable".Las palabras, por elocuentes y sentidas que sean, como las del rey Hassan II en su charla con los periodistas, no bastarán para que el plan árabe triunfe. Para poderlo aplicar serán seguramente necesarios importantes cambios internos en Israel y en algunos países árabes.
Sólo la llegada al poder en Israel de un Gobierno laborista podría atenuar la intransigencia belicosa mostrada hasta ahora por Menájem Beguin. Los laboristas podrían adoptar una política más flexible hacia el plan del presidente norteamericano, Ronald Reagan, que en verdad podría hacer de puente entre las pasadas posturas laboristas y el actual plan de paz árabe.
Washington y El Cairo
Es difícil también que entre los árabes este plan siga adelante si no todos lo respaldan con igual firmeza. Libia, que no ha participado en la cumbre de Fez, y que acaba de alinearse con la posición soviética en el problema de Afganistán, puede, gracias a sus enormes medios financieros, convertirse en un importante factor perturbador de la actual estrategia árabe. Ello sin contar con las reticencias de Argelia y Yemen del Sur y, según evolucionen las gestiones, de Siria.La ausencia de toda crítica a Estados Unidos en las decisiones finales de la cumbre de Fez facilitará sin ninguna duda la discusión de este plan con Washington, que se proponen llevar a cabo en breve varios jefes de Estado -Hassan II, Hussein de Jordania y Fahd de Arabia Saudí-, comisionados para ello por sus pares.
Uno de los acuerdos de esta cumbre ha sido la decisión de enviar una delegación a El Cairo para negociar la reintegración de Egipto a la Liga Arabe. La guerra de Líbano ha demostrado, como ya era patente en otros temas interárabes desde que hace tres años Egipto fuera expulsado de la Liga, que sin el peso y la influencia de este país los árabes; poco pueden hacer en la escena internacional.
En los próximos meses la pelota va a estar en el tejado israelí. Los árabes confían en que la aceptación que ha tenido este plan entre los países de la Comunidad Económica Europea, y el cansancio ya patente de algunas organizaciones judías internacionales, terminen por servir de presión suficiente como para hacer doblegar la actitud intransigente del actual Gobierno israelí.
De los ocho puntos del plan árabe, algunos son inaceptables para Israel. En particular la devolución del sector este de Jerusalén, que los árabes quieren ver convertido en capital del futuro Estado palestino. Los israelíes pueden legítimamente pedir algo más que un reconocimiento implícito de su existencia. Ello, sin embargo, necesitará no sólo una actitud más constructiva hacia la paz, sino una contrapartida a la que Israel siempre se ha negado: el reconocimiento de la Organización para la Liberación de Palestina.
Esperanzas y presagios
Las esperanzas son hoy día tan grandes como los presagios pesimistas. En cualquier caso, lo cierto es que la humanidad puede librarse de esa ola de terrorismo que anticipaba con gran dramatismo, pero con fundamento, el rey Hassan II.Ello no será posible hasta que Israel ponga fin a su empresa de exterminio físico de aquellos que por el sólo hecho de llamarse palestinos reavivan la mala conciencia derivada de la expoliación de Palestina.
En la cumbre de Fez los árabes han superado muchos complejos de ese tipo. Queda por ver si Israel tendrá la inteligencia suficiente para hacer lo propio.
En los tiempos que corren parece imposible solucionar con justicia los conflictos internacionales. Cuando los problemas entre las naciones son tan insolubles como el que opone a árabes e israelíes desde hace 34 años, sólo de un compromiso puede venir alguna esperanza. Este es el sentido de la propuesta de paz en ocho puntos adoptada por los reyes, presidentes y príncipes árabes que participaron durante cuatro días en la 12ª cumbre de Fez.
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