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El futuro de los palestinos, a debate

Las disensiones entre los musulmanes libaneses favorecen a Gemayel

La elección de Bechir Gemayel como nuevo presidente de Líbano ha roto con dos tradiciones políticas del país: el consenso entre las comunidades musulmana y cristiana para decidir el jefe del Estado, y que la presidencia recayera en un "cabeza de familia poderosa". A este factor de Innovación se sum a la invasión de Israel con pretensiones políticas para el futuro Líbano, en especial, la creación de un sistema fuerte que pacifique el país, lo limpie de guerrillas y, finalmente, suscriba un tratado de paz similar al que tiene el Estado hebreo con Egipto. La reaparición de las disensiones entre las fuerzas musulmanas que apoyaron a los palestinos favorece los planes de Gemayel.

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La controvertida imagen de Gemayel, con una historia cargada de luchas y algunos actos de barbarie, es un componente más para que los musulmanes y fuerzas de la izquierda libanesa rechacen, momentáneamente, al presidente electo, pensando en una posible fascistización del país, con exclusivo beneficio económico para la burguesía cristiana y ventajas políticas para las fuerzas leales a Gemayel, en concreto, los falangistas.El ex primer ministro sunita Saeb Saliam aglutina en cierta forma a la oposición política y religiosa contra Gemayel, dada su excelente labor como intermediario entre Philip Habib y la Organización para la Liberación de Palestina (OLP). En sus últimas declaración es utilizó un tono conciliador y dijo que "Gemayel debía probar que es el presidente de todos los libaneses".

Un joven médico libanés, que cursé estudios en España, confiesa no simpatizar con el nuevo presidente; dice que Gemayel "no será el Franco de Líbano; su actuación desde el mismo día de su elección no tiene que ver con lo, que hizo y pensó anteriormente. Podría, tal vez, representar el papel de Suárez en la, transición española".

La fórmula presentada por musulmanes y progresistas, para conensuar la política de Gemayel se basa en que no se firme un tratado con Israel garantías de mantenimiento de las libertades públicas y seguridad de que el nuevo presidente no imponga una hegemonía flalangista en el país.

Pero el magma de fuerzas políticas en Líbano conlleva. el riesgo de simplificar, siempre que se hable de coaliciones y eventuales acuerdos.

Por el momento, son las fuerzas conservadoras cristianas quienes están firmemente encuadradas en torno a Gemayel. Se trata de las Fuerzas Libanesas y de dos grupos con presencia política autónoma: el Partido Liberal, del expresidente Camille Chamoun, y el Bloque Nacional, del también ex jefe del Estado Raymond Eddé, autoexiliado en París desde 1976.

La política es a veces disparatada entre la comunidad musulmana y las fuerzas progresistas. Mientras los chiitas del Sur han concedido cierto apoyo a Gemayel, en el Norte, los musulmanes sunitas agrupados en torno al ex primer ministro Rachid Karame, amenazan con crear una zona liberada.

La multitud de grupos políticos que combatieron junto a la OLP y cuyo soporte ha desa parecido se, enfrenta ahora a sus propias disputas, calladas durante el combate contra el enemigo común israelí.

Las milicias chiitas de Amal (Esperanza), que combatieron duramente en Beirut oeste, han vuelto a tener altercados armados conlos milicianos del Partido Comunista libanés. Ni siquiera la guerra apagó esta rivalidad.

Mientras el caos y la anarquía, se implantaban en el sector occidental de Beirut, el líder del Partido Socialista Progresista, Walid Jumblatt, resultaba incapaz de establecer un plan de actuación política para evitar todo esto. Sólo ligeras referencias y confusas reformas: económicas y la garantía de salvaguardar las libertades. La falta de un programa pólitico concreto es un reproche que le hacen sectores inclinados por la opción socialista nióderada y democrática.

En cuanto a los mourabitun (nasseristas), alrededor de 1.500 hombres, los mejores aliados palestinos, se consideran con el deber, según su propio líder; Ibrahim Koleilat, de defender a la población árabe del nuevo,sistema presidido por Gemayel. No están dispuestos a entregar sus armas a menos.que lo hagan las milicias que apoyan al presidente electo.

El desarme de los kataeb es una de las solicitudes que Estados Unidos presenta a Gemayel como la prueba irrefutable de que en el futuro Líbano será gobernado sin metralletas y hacer real el eslogan bajo el cual fue elegido Bechir Gemayel, "Ni vencedores ni vencídos", después de ocho años de guerra civil.

El enclave de Haddad

Queda el enclave del Sur, fronterizo con Israel, bajo el mando del comandante cristiano Saad Haddad, donde viven unas 100.000 personas pero que ha, sido ampliado hacia Sidón.

Haddad, el mejor aliado de Israel en el interior de Líbano, ha dado su apoyo a Gemayel, pero sus 2.000 hombres, equipados,y entrenados por los israelíes, aprovecharon la invasión para extender su dominio y establecer posteriormente un acuerdo con el presidente Y los falangistas., Sin duda, Tel Aviv jugará un papel definitivo en el acuerdo entre Gemayel y Haddad. Este último desea su reintegración al Ejército regular -de donde fue expulsado hace años-, ser ascendido y nombrado gobernador militar del sur de Líbano.

El resurgimiento de disensiones entre los musulmanes y las fuerzas políticas favorece la política de Gemayel, basada en la paz con Israel y la desmilitarización degrupos de la sociedad. El fantasma de la guerra civil no se puede descartar pero muchos libaneses están seguros de que la paz será un hecho, porque Gemayel no está apoyado solamente por EE UU e Israel, sino por diversos países árabes moderados, que desean un nuevo imperio comercial a orillas del Mediterráneo, sobre todo ahora que el golfo Pérsico es un auténtico polvorín.

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