La retirada de todas las tropas extranjeras de Líbano, primer punto del programa de gobierno de Bechir Gemayel
La retirada de todas las tropas extranjeras de Líbano -israelíes, sirias y palestinas- y la reconciliación nacional son, por este orden, los dos objetivos de la política inmediata del presidente electo libanés, Bechir Gemayel. De esta manera, él mismo se declara satisfecho de la evacución palestina, que interpreta como el comienzo de una era que "ponga fin a la guerra" que asola este país desde hace ocho años. Mientras los partidarios de Gemayel, en el sector este de la ciudad, disparaban al aire sus armas automáticas, de fabricación norteamericana, y descorchaban botellas de champaña para festejar el triunfo, diversos sectores de la zona occidental de Beirut se estremecieron durante las últimas horas de la noche del lunes y la madrugada siguiente, con las explosiones sucesivas que demolieron las propiedades de algunos diputados que participaron en la elección de Gemayel.
Tal victoria es la constatación de la profunda división en que está sumergido este país. Representantes de la comunidad musulmana libanesa -sunitas y chiitas- y líderes de la izquierda manifestaron su profundo desacuerdo con la elección de Bechir Gemayel. Los representantes musulmanes declararon, conjuntamente, que el escrutinio presidencial ha originado "una crisis para el futuro" y el líder druso e izquierdista, Walid Jumblatt, declaró que la "batalla de Beirut no ha terminado".El presidente electo declaró, a su vez, que ha sonado la hora del consenso nacional y él, personalmente, se siente representante de todos los libaneses. "Propongo", dijo, "trazar una línea entre el pasado y el futuro. Emprender una vida nueva que supere las querellas y fracciones y las susceptibilidades".
Las opciones de Gemayel para llevar a cabo esta política pasan por el total rechazo de la presencia palestina en Líbano y la completa retirada de "las tropas de ocupación sirias". En relación con la estructura del Estado, Gemayel estudia, según sus propias declaraciones de la semana pasada, diversos proyectos que comprenden desde una Administración fuertemente centralizada hasta amplias autonomías para las comunidades confesionales, sometidas, sin embargo, a la legalidad del Estado. La contestación de que es objeto Gemayel por parte de la comunidad musulmana obedece a tres razones. La primera es que su candidatura ha supuesto la ruptura de la tradición consensual entre las diversas comunidades para la elección de presidente; la segunda es su amistad y colaboración con Israel -"para salvar Líbano me aliaría con el propio diablo", se justifica-, y la tercera y última, su carisma entre la comunidad combatiente cristiana como líder militar de notable valía, demostrada en los años 1975-1976 de guerra civil, encabezando siempre todas las acciones armadas contra sirios y palestinos.
En este clima, Gemayel pretende pacificar Líbano. Resulta una tarea si no imposible, sí probablemente costosa en vidas humanas. El fantasma de una nueva guerra civil planea sobre Líbano.
Sin embargo, las autoridades israelíes han declarado no estar dispuestas a consentir un conflicto fratricida y ha dejado claro su apoyo a una política de firmeza expresa por Gemayel. El mensaje de felicitación dirigido por el primer ministro israelí, Menájem Beguin, al presidente electo resulta explícito. Está redactado en términos tales como "mi querido amigo".
La pacificación de Beirut y de Líbano parece cada día con mayor claridad como un eslabón de una operación que pretende cambiar el mapa político de Oriente Próximo, donde la presencia norteamericana es incuestionable. La evacuación palestina sería una primera fase de uña operación de envergadura con el propósito de establecer fronteras seguras para Israel y anular la capacidad militar de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP).
El influyente diario libanés An Nahar, informa que el presidente libanés en funciones, Elías Sarkis, se trasladará a la cumbre árabe de Fez, que se celebrará el 6 de septiembre, acompañado por Gemayel, llevando consigo un proyecto para la retirada palestina del valle de la Bekaa, donde se enfrentan israelíes y sirios.
Todo este complicado proceso está sujeto a la evolución de la situación en Beirut oeste, una vez finalizada la evacuación palestina, cuyas fuerzas fueron el soporte militar y político del resto de las organizaciones llamadas progresistas. Parecen ser los murabitun (nasseristas) los que pretenden recoger la apagada antorcha de los palestinos. Su primera reacción a la elección de Gemayel raya los términos de una declaración de guerra: "Es el día de la ignominia. Se ha nombrado a un gobernador militar para Líbano por decreto sionista y bajo la amenaza de los carros israelíes. Las masas musulmanas tomarán posiciones para preservar la dignidad y el honor de los musulmanes libaneses".
En medio de las implicaciones políticas, la diáspora palestina continúa con normalidad -ayer salieron unos 1.300 hombres camino de Yemen del Norte- a la espera de la evacuación de hoy, primera en que centenares de milicianos abandonarán Beirut por carretera en dirección a Damasco. El convoy estará escoltado por el Ejército regular libanés, pero el ministro israelí de Defensa, Ariel Sharon, declara que sus tropas no se retirarían a seis kilómetros del eje Beirut-Damasco. El trayecto de los evacuados cruza barrios del este de la ciudad, bajo completo dominio de las milicias cristianas. Para evitar incidentes se cuenta con el refuerzo de los marines norteamericanos, quienes Regaron de madrugada a Beirut.
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