Marilyn y la clase obrera
Desde una posición machista, la cual alguno de nosotros, los obreros, intentamos combatir, el llamado mito Marilyn Monroe siempre nos llamó la atención.Las dos páginas que EL PAIS dedica a la muerte de Marilyn Monroe el día 5, y que nos llega llena de erotismo madrugador, los trabajadores, en el metro, jugamos letra tras letra con las prisas por alcanzar el tren de las 7.17, que hoy sale a las 7.14, saltándose a la torera una puntualidad cotidiana, y que en un acceso de ojear páginas entre nervioso y cabreado, aparece la figura dúctil y sin bragas de Marilyn Monroe, mientras el tren se aleja por el andén y las páginas se llenan de un erotismo inusitido que encuadra de repente y en un flash con que anoche mi mujer y yo hicimos él amor, lo que me pilla un poco descuidado para enfrentarme a esta enamorada.
Después de leer detenidamente las dos páginas de EL PAIS sobre Marilyn Monroe, no aparece nada referente a este binomio: suicidio y clase obrera. Tengo 31 años, soy un obrero de la construcción, la rama que más accidentes padece, muriendo muchos compañeros cada año. Las condiciones de trabajo que los patronos nos imponen hacen que se nos llame suicidas.
La clase obrera discute de la crisis del PCE, de las elecciones anticipadas y... de Marilyn también, claro que sí, estos compañeros citados antes, todos esos suicidas, son los que más sufren directamente las contradicciones del sistema capitalista,su presión, que se materializa en su muerte, incapaces de superar las viviendo en la oscura soledad (eterno individualismo) que les lleva a ser asesinados por el sistema capitalista.
Vosotros, de repente, descubrís que Marilyn Monroe lo único que se ponla para dormir era Chanel 5, bueno, mi mujer no se pone nada para dormir, ni siquiera Chanel 5, también eructa, se da pedos, y muchas veces mancha las sábanas de sangre porque no consigue controlar el incómodo período. A todos nos hubiese gustado, subjetivamente, atropellando la realidad material, acostarnos con Marilyn Monroe, pero Juan Cueto, Román Gubern, A. Fernández-Santos y Diego Galán han descubierto que no merecía la pena porque el mito, aparte de tener mocos como cualquier obrera, abortó dos veces como cualquier mujer obrera. Marilyn murió de algo que ninguno habéis dicho ni analizado en vuestro respectivo artículo: las contradicciones que día a día el sistema capitalista, en su miseria decadente, aporta a su contradicción eterna e irreconciliable: la clase obrera./
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