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Los socialistas italianos niegan su apoyo a Spadolini para formar nuevo Gobierno

Juan Arias

Los socialistas italianos han dicho no a Giovanni Spadolini, presidente del Consejo de Ministros, encargado de formar Gobierno nuevo. La entrevista mantenida por el jefe del Gabinete y la delegación del Partido Socialista italiano (PSI) era esperada ayer en todos los ambientes políticos con enorme atención, porque de ella dependía el éxito o el fracaso del intento de Spadolini y evitar así las elecciones anticipadas. Con la negativa socialista a apoyar a SpadoIini se produce una de las crisis gubernamentales italianas más larga y difícil.

El secretario general del PSI, Bettino Craxi, a quien acompañaba esta vez la plana mayor del partido, dijo al salir de la sede de la presidencia del Consejo de Ministros que no aceptaba la propuesta de Giovanni Spadolini de reconstruir la anterior coalición de cinco partidos por muchas novedades que pudiera ofrecer. Para los socialistas se trata de una fórmula que ya no tiene validez en las actuales circunstancias de ingobernabilidad del país, que fueron las que provocaron la crisis.Pero Bettino Craxi fue muy hábil. Ante los rumores de que, frente a una negativa de los socialistas, se podría llegar a la formación de un Gobierno con los otros partidos, con la abstención comunista y la vuelta de los socialistas a la oposición, el secretario del PSI quiso puntualizar que rechazar la propuesta de la coalición de los cinco partidos (democristiano, socialista, republicano, socialdemócrata y liberal) no significaba para ellos pasar a la oposición.

A los que habían dicho: "Si los socialistas se empeñaran en provocar elecciones anticipadas, las haremos todos contra ellos", Craxi respondió diciendo que su partido seguiría analizando con interés otras propuestas que podría presentar Spadolini, sabiendo muy bien que la única que queda es la de los comunistas de un Gobierno del presidente, es decir, formado por ministros escogidos por él en plena libertad, sin la intromisión ni de los partidos, ni, menos aún, de sus corrientes internas, según el famoso manual Cencelli usado por los democristianos.

Por eso dijo: "Los que no quieran elecciones tendrán que presentarnos otras soluciones capaces de producir en el país ese cambio radical de las instituciones para abrir una página nueva". Pero es esta fórmula de alianza con los comunistas la que difícilmente podrá aceptar el nuevo secretario de la Democracia Cristiana, Ciriaco de Mita, sin quemarse en el seno de las corrientes internas de su partido.

De hecho, ayer mismo respondió diciendo que no existen hoy alternativas al centro-izquierda.

Todo indica, pues, que se camina hacia las elecciones o, cuando menos, que se trata de una crisis de la que afirmaba ayer el director del diario Il Messaggero, que "se presenta como la más difícil y más larga de la Primera República. Y el director del nuevo diario Il Globo decía explícitamente que una reforma tan profunda, de tipo incluso constitucional, como la que presentan esta vez los socialistas, difícilmente se podrá llevar a cabo "sin consultar antes a los electores convocando nuevas elecciones".

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Esto es, en el fondo, lo desea el partido socialista, que está ahora en pleno auge. Presentarse ante los electores pidiendo votos para promover una reforma capaz de abrir los cimientos para una segunda república que aborde todos los problemas hasta ahora insolubles de este país rico de fermentos y tremendamente deteriorado en sus instituciones.

Muchas de ellas se han paralizado, en efecto, dando Vida a toda una serie de poderes paralelos ocultos que podrían, a la larga, poner en crisis a la misma democracia y crear la desconfianza de los electores hacia los partidos políticos, lo cual sería el primer paso, dicen los socialistas, hacia "tentaciones de tipo autoritario y conservador".

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