España, como botín
He leído en EL PAIS de hoy la alusión de Quevedo a España, como "bienes castrenses ganados por Santiago", en boca de monseñor Suquía (página 9). La frase es gruesa y merece un comentario.España no fue ni es botín de guerra de nadie, ni siquiera de Santiago el Mayor. Eso quiere decir bienes castrenses en buen castellano del siglo XVII. Se olvidó Quevedo de advertir que el culto a Santiago no implicó para nada a la Corona de Aragán ola de Navarra en la reconquista de España: a lo sumo, a León y Castilla, aun cuando Castilla invocaba a San Millán-Emiliano. Remito al capítulo "Cultura y fe", tomo I de España, un enigma histórico, de Sánchez Albornoz. Hay en él un epígrafe qué lo dice todo, y del que no puedo dejar de transcribir: "Santiago, hechura de España, y no España, hechura de Santiago". En él, Sánchez Albornoz recuerda que el nombre de Santiago no fue invocado en la crucial batalla de Las Navas de Tolosa. Podríamos seguir citando nuevas pruebas de la crisis sufrida por la devoción jacobea en España durante el otoño medieval.
Por último, quiero recordar que Quevedo, hidalgo cántabro, montañés, era lo más parecido al cristiano viejo tradicional, y no en balde luchó por el patrocinio de Santiago en su opúsculo Mi espada, por Santiago. Curiosamente, la otra copatrona de España era descendiente de cristianos nuevos: el abuelo de santa Teresa de Jesús huyó de Toledo a Avila por ser convicto de judaísmo. El fino olfa to de Quevedo, antijudío por excelencia, detectó sangre manchada en santa Teresa y prefirió el patrocinio de Santiago.
Todo esto sería pura erudición histórica sin trascendencia si no fuera porque la Constitución española de 1812, para evitar malos entendidos, a la par que protestaba de la verdad de la religión católica -artículo 12-, disponía que: "La nación española es libre e independiente, y no es ni puede ser patrimonio de ninguna familia o persona". Ni siquiera bien castrense de Santiago, dijera lo que dijera Quevedo.
No hace falta recordar lo que dice el artículo 16 de la actual Constitución: las relaciones de cooperación del Estado con la Iglesia católica no significan que España -todos los españoles- sea un botín de guerra de Santiago el Mayor. Detrás de estas palabras hay evidentes relaciones de poder que no hace falta desvelar, por obvias. /
notario.
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