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Minorías radicalizadas provocaron graves destrozos en el transcurso de la huelga general de Gijón

Cerca de 1.000 personas se manifestaron violentamente por las calles céntricas de Gijón, produciendo grandes destrozos en cafeterías y comercios y desalojando por la fuerza a los viajeros de algunos autobuses urbanos, mientras proferían gritos de "huelga general". Los incidentes, protagonizados por minorías radicalizadas y al margen de la convocatoria oficial de paro realizada por los sindicatos, se produjeron siempre momentos antes de que la fuerza pública hiciera acto de presencia en las zonas de las algaradas.

La huelga fue secundada por unos 20.000 trabajadores de Gijón, la población asturiana más industrializada, en solidaridad con la plantilla de Cantábrico y Riera.Cantábrico y Riera es un astillero que se encuentra en suspensión de pagos y cuyos empresarios adeudan a los traba adores sus salarios desde mediados del pasado mes de mayo.

El paro afectó especialmente a Ensidesa-Gijón y a los astilleros. Algunos sectores y empresas cesaron en su actividad durante una hora. El barrio de La Calzada, próximo a los astilleros, quedó practicamente paralizado.

Concentración en el Pabellón de Deportes

La huelga general, convocada por Comisiones Obreras y UGT, pretendía servir de válvula de escape a las presiones acumuladas desde hace tiempo, que se han visto agravadas por las espectaculares movilizaciones, dura mente reprimidas por la policía.

A mediodía de ayer se celebró una manifestación en el Pabellón de los Deportes, a la que asistieron varios millares de trabajadores. Un accidente fortuito que estropeó la megafonía cuando hablaba el secretario general de Comisiones Obreras de Gijón, Pedro Cuesta, originó unos minutos de incertidumbre, que dejaron al descubierto la intención de los dirigentes de los sindicatos mayoritarios de dar por finalizado el acto, frente a los gritos de algunos trabajadores que querían participar en una manifestación espontánea.

Los grupos partidarios de manifestarse salieron a las calles gijonesas, rompieron cristales, tiraron las mesas y sillas colocadas por algunas cafeterías en la calle Corrida y obligaron a cerrar algunas tiendas y bares. Esta manifestación constituyó, según la valoración de la corriente de izquierda, un éxito, que, en opinión de sus líderes, puso de manifiesto el desacuerdo de los trabajadores con la pasividad de los dirigentes de UGT y Comisiones Obreras.

Los sindicatos, desbordados por la violencia

Los manifestantes cortaron de forma continua e intermitente el tráfico en distintas zonas del centro de Gijón y de la zona de playa, deslajondo por la fuerza bares, cafeterías y distintos establecimientos, a los que obligaron a cerrar.

La fuerza pública, que no llegó a enfrentarse con los alborotadores al abandonar éstos las zonas conflictivas en cuanto aparecían las primeras dotaciones de policía, acordonó los accesos al centro urbano de Gijón para impedir que los violentos manifestantes volvieran a trasladarse hacia la zona comercial.

Luis Martínez Morada, uno de los líderes de la corriente de izquierda, de fuerte implantación en los astilleros gijoneses, manifestó a este periódico que el problema fundamental reside en la obtención de un crédito de doscientos millones de pesetas solicitado a la Caja de Ahorros de Asturias, que preside el socialista Faustino González, para reanudar la actividad laboral en Cantábrico y Riera y pagar los salarios pendientes.

Sin embargo, el secretario general de la UGT de Gijón, José Manuel Suárez, dejó entrever en su intervención el grave riesgo de despertar falsas expectativas.

Según ha trascendido, la Caja de Ahorros decidió inicialmente no conceder dicho crédito porque el patrimonio y mobiliario presentado por los propietarios del astillero no ofrece una cobertura suficiente.

De todas formas, los dueños se han comprometido a estudiar la posibilidad de ofertar nuevas garantías.

El futuro de los astilleros

José Manuel Suárez criticó a UCD por dedicarse en exclusiva a resolver su crisis interna, olvidándose de los graves problemas del país, y censuró igualmente al Gobierno autonómico de izquierda asturiano por la falta de iniciativa en la búsqueda de un diálogo eficaz entre las partes implicadas en el futuro de los astilleros de Gijón y para facilitar la solución de la grave crisis del subsector naval de la bahía gijonesa.

La jornada de ayer sucedió a dos meses de espectaculares acciones en la calle protagonizadas por los trabajadores de Cantábrico y Riera.

La dura intervención de la policía contra los manifestantes la semana pasada provocó una huelga de solidaridad en los otros tres astilleros de Gijón, que culminó ayer. Previamente, la plantilla de Constructora Gijonesa -el único astillero -público de la bahía- había roto la huelga nada más tener conocimiento de la puesta en libertad de los detenidos por la policía,, pero ayer se sumó a la convocatoria de los sindicatos mayoritarios.

Como telón de fondo de la huelga general de ayer en Gijón se encuentra la crisis de este subsector naval (factorías pequeñas y medianas), amenazado de cierre a corto plazo si no se acude a la fusión de todos sus astilleros en una unidad competitiva, según sus empresarios.

Los sindicatos, y la corriente de izquierda

La UGT y Comisiones Obreras comparten esta filosofía, aunque difieren en su aplicación, frente a la tesis de la corriente de izquierda, abiertamente contraria al proyecto de crear. un holding, promovido de forma interesada, según la citada corriente, por el consejero delegado de Duro Felguera Félix Mazón.

La bahía de Gijón tiene actualmente 3.600 trabajadores, incluidas las subcontratas, y 3.300 fijos, que deberían quedar reducidos a 3.060, según la alternativa de reconversión más benévola.

Las negociaciones para formar un holding con los cuatro astilleros (Marítima de El Musel, Duro Felguera, Cantábrico y Riera y Constructora Gijonesa) se encuentran estancadas por las diferencias surgidas entre los empresarios privados y el Instituto Nacional de Industria (INI), propietario de Constructora Gijonesa, en cuanto a la participación de cada uno de ellos en la sociedad resultante.

El INI prefiere desprenderse de su participación en los astilleros pequeños y medianos y, en consecuencia, vender los activos de Constructora Gijonesa a los privados. Subsidiariamente, el Instituto aceptaría una participación mínima. en el holding.

Los empresarios privados propugnan, en cambio, una participación de acuerdo con la plantilla de cada uno de ellos, lo que daría una importante responsabilidad en la nueva sociedad al sector público, puesto que Constructora Gijonesa tiene el mayor número de trabajadores de todos los astilleros.

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