Un centro de urgencia
El sábado día 10, a las diez de la mañana, fui requerido por unos vecinos para que les trasladara en mi vehículo a un centro asistencial de urgencia. Un niño de año y medio se había herido al estar jugando con una botella llena de gaseosa que, al reventar, le ocasionó importantes cortes en la mejilla. La criatura, evidentemente, perdía mucha sangre y no hacía falta tener conocimientos en medicina para darse cuenta que las heridas eran de consideración. Rápida-mente me dirigí al centro de la Seguridad Social de Aguacate, en Carabanchel, por ser el más próximo. Dicho centro está constituido por un amplio edificio de dos plantas y tiene unos grandes indicadores con la palabra Urgencia.
Pues bien, nos quedamos consternados cuandoal llegar allí, a las 10.20 horas, unos celadores nos afirmaron que no podían realizar curas porque no.había ningún médico. Sí, estimado director, ha leído usted bien: ¡Un centro de urgencia sin ningún médico!
Desde ese lamentable lugar tuvimos que trasladarnos al centro Primero de óctubre, que distará, aproximadamente, tres kilómetros de congestionada y tortuosa carretera. En este nuevo centro asistencial, el desdichado niño fue finalmente bien atendido por el departamento de urgencias infantiles, en donde le practicaron 35 puntos de sutura facial.
Es imperdonable que un centro de urgencia como el de Aguacate, que está ubicado en una zona de alta densidad demográfica, se encuentre indebidamente desatendido. /
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