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LA LIDIA

La ganadería de bravo, en alza

La corrida de la Prensa, celebrada el lunes, aparte incidentes marginales, fue un éxito, por la presentación y juego de los toros. La lidia, con la única excepción del Miura, que sobre manso era inválido, resultó interesantísima.Complace este resultado positivo, pero más aún poder constatar que la ganadería de bravo está en alza, a juzgar por la presentación y el comportamiento de los toros del concurso. Hay entre estos y los que salen en las habituales corridas de feria de tantas plazas, principalmente si actúan figuras, tan enorme diferencia, que acaso ni se parecen.

Los toros de la corrida de la Prensa, corpulentos, hondos y armados, tenían la excepción del Hernández Plá, que era pequeño, de cabeza escaso y recogido, y sin embargo, lucía trapío indiscutible, era un toro de una vez, perfecto de lámina, irreprochablemente reglamentario. Se lidió sin problemas y su presencia en el ruedo, que incluso fue aclamada, desdice esa fama de tozuda intransigencia que se achaca a la afición de Madrid, a la que injustamente acusan los taurinos.

Tenían, además, casta, lo cual indica que cinco divisas, por lo menos, no han sido descastadas por una selección negativa de sus productos, como también dicen taurinos que ocurre en toda la ganadería de bravo. Derribaban con poder, y no se caían, aunque les castigaron de firme. Otro decir del mundillo, evidentemente malicioso para justificar el posible fraude, es que se cae el toro que es bravo y noble. Pero bravos y nobles -¡muy nobles!- eran el Victorino y el Hernández Plá, y no se caían. Este último, principalmente, pequeño y todo, embistió sin parar, con fijeza y codicia.

Hubo casta en todos los toros, pero no uniformidad, lo cual produjo un espectáculo de primera magnitud, variado y emocionante en los distintos tercios. Desde la nobleza de las reses mencionadas al peligro del toro de Cuadri, numerosos supuestos de la lidia se produjeron en el ruedo de Las Ventas. Esta es, en definitiva, la fiesta que el público reclama, y que es posible, como pudo comprobarse, porque el toro de lidia mantiene sus características esenciales. Si en otros festejos las reses apenas embisten, desfallecen al sentir la puya, caen, no será por culpa de la selección y crianza del toro, sino por algo que ocurre después, por mano de taurinos.

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