Nadie puede justificar a Israel
La neutralidad en política, a veces, es un delito. Nadie debiera permanecer pasivo ante lo que está ocurriendo en Líbano, ante la impunidad con,que actúan Beguin y su Gobierno contra un pueblo, como el palestino, contra el que se ha dictado una sentencia de muerte. La patria del hombre es la humanidad, y los nacionalismos sólo debieran servir para dirimir contiendas incruentas en los campos de fútbol. Nada que les ocurra a nuestros semejantes debiera sernos indiferente. Cuando se tortura a seres humanos, como ocurre en tantos regímenes totalitarios, no es moralmente lícito decir que se trata de asuntos internos de un Estado. Masacrar mujeres, niños y ancianos nunca puede ser un asunto interno. Es un problema de todos y todos debemos reaccionar ante esos atropellos. En todo el mundo hay ahora manifestaciones en favor de la paz y del desarme. La paz es un bien en sí misma, y no importa quien la predique.Todos estuvimos a favor del pueblo judío cuando era perseguido por los nazis en todos los países. Judíos fueron los más sinceros humanistas de otros tiempos y de nuestro tiempo. Judíos españoles y portugueses, como Baruch Spinoza, Uriel da Costa y el mismo Montaigne, hijo de una española, iniciaron en Europa el movimiento liberal que había de continuarse durante los siglos XVII y XVIII; judíos fueron también Freud y Einsten, entre otros muchos sabios y humanistas de esta raza perseguida con tanta saña en nuestro país. La mayoría de los españoles deseamos que los judíos sefardíes vuelvan a habitar esta tierra de donde se les expulsó hace cinco siglos, pero nadie puede justificar moralmente la actitud de los Gobiernos de Israel contra los palestinos. /
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