El presupuesto que viene
Algunas filtraciones aseguran que en el conflictivo presupuesto para 1983 se va a cargar la mano sobre la imposición indirecta. ( ... )Salvo el año pasado, la proporción relativa de los impuestos indirectos ha venido descendiendo en los últimos años hasta aportar a los ingresos del Estado un volumen inferior al procedente de la imposición directa. El objetivo -justo y deseable en conjunto- se ha alcanzado, pero quizá no se ha sabido valorar suficientemente, frente al doloroso impacto general que ha producido el incremento de la fiscalidad directa a través del impuesto sobre la renta. Retroceder ahora parte de lo andado aparece, pues, como una contrarreforma fiscal, que sin modificar la letra de las leyes, contradice su espíritu.
Nadie sabe si Financiar una reactivación económica aumentando el precio del tabaco y la gasolina es ortodoxo, o si luchar contra el paro aumentando las tarifas de Correos o las tasas sobre el bingo es una forma justa, equitativa y saludable. Pero como, de momento, sólo se paga y se consume, y además, cuando se consume, nadie sabe cuánto vale el producto y cuánto está pagando de impuestos, todavía ningún ciudadano ha protestado ni ha propuesto la creación de una asociación de damnificados por los impuestos indirectos.
Por ello, sólo si los nuevos impuestos indirectos -en el caso de que realmente vayan a ser aumentados- se destinan a acciones y programas muy concretos de fomento de la reestructuración sectorial, estímulos a la inversión creadora de puestos de trabajo, mejoras del seguro de desempleo, sustitución de importaciones, nuevas desgravaciones a la exportación o financiación especial, pero no indiscriminada, de pequeñas y medianas empresas de viabilidad comprobada, podrá aceptarse una decisión que, en cualquier caso, habría de ser transitoria y no definitiva.
Madrid, 10 de julio.
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