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Tribuna:Coyuntura y política económica / 1
Tribuna
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Las claves de la permanencia de la coyuntura

La economía de los distintos países combina hoy un conjunto de hechos (doce en total) y una serie de relaciones entre ellos, que mantienen un desarrollo reducido de la producción, una inflación que se resiste a caer, un comercio mundial con débil crecimiento y un elevado desempleo.La exposición de estos hechos puede arrancar del más familiar y extendido: el intenso crecimiento del gasto público (1), que domina en todas las economías, impulsado por la crisis, cuyos síntomas principales -paro e inflación- multiplican automáticamente las partidas de gasto, pero al que empujan también otros motivos diferentes (actitudes sociales favorables al aumento del gasto público, que encuentran un ambiente de benevolente complacencia en las decisiones y elecciones de las autoridades presupuestarias, Gobierno y Parlamento). Al galope del gasto público apenas le sigue un trote cansino de los ingresos públicos, cuyos rendimientos se ven afectados por la propia crisis y la contestación social de todo tipo al pago de los impuestos, tanto a los estatales como a las cuotas de Seguridad Social (evasión fiscal, economía sumergida). El fruto de esta desigualdad creciente aumento de gastos públicos> aumento de ingresos) es la detallada epidemia del déficit público (2). Para financiar su déficit, el sector público demanda cantidades crecientes de ahorro, compitiendo, para lograrlo, con la demanda del sector privado y elevando, para ello, los tipos de interés. La relación significativa para calcular la Importancia del déficit público no es la que se establece entre déficit total y PIB, sino la que relaciona el déficit del sector público con el ahorro privado. Esta relación ha experimentado un intenso crecimiento en todos los países en los últimos años. En España esa relación supera hoy el 20% del ahorro privado.

Al reconocerse la inflación como mal que agrava la crisis y no la remedia, se han articulado, para reducir su ritmo y quebrar las expectativas alcistas, políticas monetarias restrictivas (3). La política monetaria trata de afirmar una disciplina financiera rigurosa mediante el control del crecimiento de la cantidad de dinero. La contradicción de un déficit público importante y creciente con una política monetaria restrictiva, eleva los tipos de interés (en tanto mayor medida cuanto mayor sea el déficit, menor el ahorro privado disponible para su financiación y más rigurosa sea la política monetaria). Estas tres variables alcanzan hoy. magnitudes tales que han producido una elevación sin precedentes en los tipos reales de interés (4), esto es, tipos de interés pagados una vez descontada la inflación. El nivel actual de los tipos reales de interés sólo tiene un precedente histórico: el que se registró en la etapa 1929-1933. -El nivel y crecimiento de los tipos reales de interés los convierte en el factor dominante de la coyuntura. Todos los mercados mundiales acusan la presencia de tipos reales de interés crecientes y de un nivel desconocido en el pasado inmediato.

Empujados por los tipos de interés y las diferencias de las tasas de inflación, se han producido intensos movimientos en las corrientes de capital entre países que han arrastrado a los tipos de cambio (7), cuyas nerviosas e imprevistas oscilaciones perturban la fluidez comercial.

Los efectos negativos de los altos tipos reales de interés son múltiples, pero se acusan sobre dos áreas especialmente sensibles y críticas: la inversión privada (5) y el coste del endeudamiento exterior (6) de los países en crecimiento. Al nivel existente de los tipos reales de interés es difícil/imposible encontrar inversiones rentables. La caída, debilidad o expulsión (crowding out) de la inversión encuntra así su razón explicativa y con ella, el corto crecimiento (o caída) de la producción y la renta así como el aumento de las cifras de desempleo. Por otra parte, e fuerte endeudamiento exterior de los países en desarrollo ve aumentada su carga con los mayores tipos reales de interés. La recesiór de los países industriales dificulta los países en desarrollo dar respuesta a la creciente carga de si deuda externa por la imposibilidad de exportar más en mercado estancados o con débil crecimiento. Los elevados tipos reales de interés imponen así la práctica de dos políticas muy empobrecedoras: mantienen tasas bajas de desarrollo (recesión) en los países industriales y obligan a los países en desarrollo a adoptar medidas estabilizadoras, con costes elevados y cortas realizaciones exportadoras.

La interdependencia de las distintas economías y el carácter dominante de la de Estados Unidos encierra en un dilema a la política económica de los distinto países industriales: el crecimiento de los intereses reales del mercado americano (activado por un déficit público muy importante, que no consigue dominarse, y una política monetaria rigurosa, hechos ambos que constituyen los efectos visibles de las incompatibilidades entre los componentes de la reaganomía), provoca, bien salida de capitales en busca de esa rentabilidad de los fondos invertidos en Estados Unidos, con la correspondiente apreciación del dólar y depreciación de las otras monedas, o bien, una elevación en origen de los tipos de interés para impedir la marcha de esos fondos. Cualquiera que sea la opción de la política económica, el resultado final será el mismo: reducir el margen para una política expansiva (por los mayores tipos de interés en un caso, que dañaran a la inversión, o por la aireciación del dólar en otro, que encarecerá las importaciones, aumentando la inflación interna, lo que limitará las posibilidades de un lanzamiento de la economía que la registre).

Por otra parte, el margen disponible para un relanzamiento de la demanda, la producción y el empleo, es bien limitado, pues la inflación -la tasa de inflación subyacente (8)- conserva aún más su vigor y fuerza en muchas economías por tres hechos coincidentes: la indisciplina presupuestaria (crecimiento del gasto público deficitario), la práctica de una política monetaria inás permisiva de lo necesario y, sobre todo, por la rigidez (9) dominante en los mercados de productos y factores.

La superación de la crisis obliga a realizar cambios profundos en el empleo de recursos y en las líneas productivas carentes de futuro. Ecpnomizar el uso de energía, sustituir la energía importada por la de producción nacional, utilizar más intensamente los factores productivos de los que se disponga de mejor dotación, reconvertir sectores situados al margen del mercado, favorec er las dedicaciones productivas en las que se cuente con ventajas relativas, constituyen acciones, vitales que reclaman una gran adaptabilidad y flexibilidad en la economía del país. Si esas decisiones económicas se obstaculizan por intervenciones públicas, si los mercados no pueden funcionar porque no se les deja y se subvenciona y ayuda a empresas y sectores que no pueden soportar la competencia, no se podrá realizar el ajuste de la economía a los datos definidos por la crisis, lo que agravará su coste. Entre los mercados en que se registra más intensamente esa falta de adaptabilidad figura el mercado de trabajo.

El Crecimiento de los costes reales del trabajo, por la rigidez del mercado de trabajo, ocasiona un aumento del paro estructural (10), imposible de remediar con aumentos del gasto nacional, esto es, con políticas de facilidad monetaria o presupuestaria.

El corto crecimiento que domina en las distintas economías nacionales ha debilitado el comercio entre ellas. El comercio mundial ha dejado de crecer (11) a las viejas y gloriosas tasas de los años sesenta y setenta, perdiendo su carácter de motor del desarrollo. El año 1981 fue de estancamiento, en términos reales, del comercio mundial, y 1982 registrará un crecimiento débil. En estas condiciones, cobra creciente importancia la tentación de no caer en un proteccionismo (12) para ganar mercados a la producción nacional: los internos (por la aplicación de los derechos, contingentes, medidas administrativas a la importación), los externos o ajenos (por un proteccioonismo aplicado a las exportaciones, más utilizado hoy que el tradicional que operaba sobre las importaciones). Ese renacimiento actual del proteccionismo, pese a los esfuerzos del GATT y otros organismos internacionales, ha cobrado ya una presencia perceptible y constituye, sobre todo, una gran amenaza para el futuro, pues si el proteccionismo siempre ha empobrecido a los países que lo practicaron, su vigencia en la actualidad impediría mejorar la asignación de recursos.

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