_
_
_
_
Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Las necesarias y dififíciles relaciones con Francia

LO QUE se sabe oficialmente de la visita del presidente francés a España no permite hacer un análisis detallado de sus resultados para las relaciones bilaterales. Lo esencial de las conversaciones ha transcurrido entre bastidores. Con el Rey primero, con el jefe de Gobierno después y con el líder de la oposición más tarde, Françoise Mitterrand habrá tenido ocasión de comprobar la realidad de la opinión pública en nuestro país respecto al suyo y la entidad de los problemas políticos.La visita, que se realizó a requerimiento francés, parece haber cosechado algunos frutos positivos para las dos partes. Comenzando paradójicamente por la crudeza de los discursosdel Rey y del presidente en la primera noche de la estancia de éste en Madrid. El choque frontal que-ambos parlamentos representaban tenía una virtud objetiva: por primera vez se imponían las realidades por encima del protocolo y se afrontaban los problemas, en público, tal como son. Bien es verdad que se hubiera podido evitar el tono de impertinencia que algunos párrafos de las palabras del señor Mitterrand tuvieron para con el país y el Gobierno anfitrión. Pero los sesenta y cinco años no son la mejor edad para educar a nadie, y menos a un presidente de Francia. Y hay que decir que, con toda su rudeza, Mitterrand ha hecho gala de una sinceridad y una honestidad de diálogo que le honran y que son muy de agradecer, pues sólo desde esas bases será posible el entendimiento.

Posible no quiere decir ni fácil ni temprano. En los dos frentes abiertos en nuestro contencioso con Francia el mejor parado de la visita parece el del tema vasco. Aunque resulta inadmisible, a nuestros efectos prácticos, la suposición francesa de que hay terrorismos de varias especies que permiten dar la extradición al abogado Croissant, o a Piperno, y no dársela a los terroristas de ETA, parece qué Mitterrand se ha mostrado más que dispuesto a perseguir las actividades ¡legales de los etarras en Francia con mayor énfasis y eficacia que su predecesor en el cargo. Esto incluye lo mismo la vigilancia de fronteras que la represión del tráfico de armas o la del vergonzante pago del impuesto revolucionario. También, según todos los indicios, una atención superior a los movimientos de la dirección de ETA militar en el país vecino.

Mayores problemas sugiere la actitud francesa respecto a nuestras negociaciones con la CEE, donde el mantenimiento de requisitos previos (prealables) y de restricciones severas a nuestros productos siderúrgicos y agrícolas y a nuestra capacidad pesquera aparecen como obstáculos enormemente difíciles de salvar en la negociación. La impresión de los observadores es que esta debilidad inicial nuestra en el planteamiento de las conversaciones con la Comunidad, puede ser aprovechada por Francia como un elemento de chantage a la hora de solicitar la eventual cooperación española en las relaciones francesas con América Latina y en el apoyo a un hipotético liderazgo francés en la construcción de, un Mediterráneo a su medida. Eso incluiría un diseño específico de la influencia europea -léase francesa- en el Norte de Africa y del papel a jugar en el Oriente Cercano, con España, dicho sea claramente, como comparsa. Pero aun si es pronto para saber el tamaño de las diferencias en estas cuestiones, el hecho de que se hayan celebrado conversaciones parece un dato mínimamente positivo.

Por lo demás, Mitterrand es el presidente de los franceses y resultaría ridículo suponer que no son los intere ses franceses -en una época de creciente nacionalismo y proteccionismo en todos los países- los que trata de defender primordialmente. Pero su interés demostrado por apoyar la democracia española y su voluntad de acercamiento han resultado patentes. La explotación del sentimiento del 2 de Mayo frente a los intentos de nuestro poderoso y poco simpático vecino por tender puentes que logren una mayor cooperación conjunta en el futuro nos parece por eso una de las cosas, más inoperantes y al tiempo inútiles que pueden hacerse. No es -en esto, como en el caso de Gibraltar- con la irritación y el desmelenamiento barato como podremos solucionar nues tros problemas y progresar en nuestra vinculación a Europa. Antes bien la serenidad de ánimo y la selección de aquellos puntos en los que podemos exhibir mayor fortaleza parecen mejor sistema para tratar de romper el aislamiento histórico que comenzó a ser derrumbado con la desaparición de la dictadura. Pero ni la historia se construye en un día ni es fruto de los grandes titulares de los periódicos. Mitterrand no ha venido solo ni mayor mente a hacer desplantes. Las conversaciones periódicas previstas entre los ministros de Asuntos Exteriores de ambos países son un signo de la voluntad de cooperación. El tono de los discursos y de las declaraciones resultan expresión de la claridad del diálogo emprendido. No vayamos entonces a envolver con barato patrioteris mo la nada recomendable determinación de hacerle un corte de mangas al diálogo con Europa. Que, de una u otra forma, pasa para nosotros por las coordenadas de París.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_