Luis del Olmo se explica
En el editorial del lunes 14, titulado "El Mundial de los horrores" y enjuiciando mi labor de presentador en el concierto popular que se celebró en Barcelona el sábado 12, se me acusa de que "estuve a punto de organizar un incidente de orden público".Como entre mis objetivos profesionales no entra, ni de lejos, el de provocador de incidentes de tal tipo, quiero precisarle al editorialista que el incidente de orden público ya estaba organizado cuando tuve ese diálogo con el cantante Miguel Ríos.
En la actuación de Marina Rossell, la primera invitada, una especie de vallas de madera se vinieron abajo por la presión del público, lo que significó algunos desalojos y desmayos. Posteriormente, y en vista de que se temía un desbordamiento que hubiese ocasionado una tragedia, se sustituyó por una barrera compuesta por efectivos de Protección Civil y Policía Nacional, los cuales a duras penas podían contener esa marea humana. Entre actuación y actuación fui aconsejando repetidamente al público que intentaran contener su entusiasmo en aras de la salud física de todos. Si estos consejos no fueron captados por televisión fue debido a las interrupciones de conexión por motivos publicitarios.
Cuando comenzó a actuar Miguel Ríos, y dado que una gran cantidad de público estaba esperando con entusiasmo su aparición, volvieron a producirse incidentes, desmayos y en varias ocasiones estuvo a punto de romperse la barrera humana que contenía al público. La entidad organizadora el Ayuntamiento de Barcelona, a través de diversos representantes me pidió insistentemente que hablara a Miguel Ríos para que hiciera una interrupción de su show, a fin de calmar a la gente. Como en ese festival no era ni organizador, ni director, sino sólo portavoz, entendí -y razones, tampoco faltaban- que lo correcto era intentar esa interrupción.
Así que, por favor, dirijan las críticas de mi labor de presentador por el terreno estrictamente profesional; las aceptaré e intentaré corregirlas, porque es bueno aprender cada día. Pero no me carguen con provocaciones ajenas en las que no tuve nada que ver, y de las que, por supuesto, no me siento responsable./
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