Toros para pintarlos Goya
Plaza de Las Ventas. 13 de junio.Cuatro toros de Bernardino Gimenez, bien presentados, manejables. 6º, devuelto por inválido; sobrero de García de la Peña, con trapío y poder, manso, bronco. 1º y 2º de Mariano Sanz, con trapío y dificultades.
Gallito de Zafra: estocada (ovación y salida al tercio). Estocada (petición y dos vueltas)
El Melenas: Estocada corta delantera y baja (silencio). Pinchazo y media entrada de la que sale cogido; remata Gallito de Zafra con un descabello (vuelta, que dá la cuadrilla). El Santi: Tres pinchazos y estocada corta delantera (silencio). Cuatro pinchazos y tres descabellos (silencio). Parte facultativo: El Melenas sufre herida contusa en región molar y ligera conmoción cerebral. Pronóstico reservado.
Al primero, lo ve Goya y lo pinta. Al último, lo ve Pedro Romero y le pega una estocada recibiendo. Eran toros de otros tiempos, de cuando no había Mundiales, y el españolito iba a presenciar su lidia, con ilusión y contento.
Ahora también iría el españolito, con Mundial o sin él, si le dieran garantías de que siempre iba a ser así. El toro que habría pintado Goya, ¿si lo ve, era un ejemplar largo, musculado, fibroso y con una percha para arriba, que metía miedo. De catadura bronca, Gallito de Zafra lo muleteó muy voluntarioso. Ayer tenía la tarde valentona Gallito.
El toro al que Pedro Romero habría pegado una estocada recibiendo, si lo ve, era un animal de trapío, muy cuajado y armadísimo, poderoso y peleón, que derribó de un solo derrote seco, y aunque le metieron cinco puyazos carniceros, se fue arriba con la misma pujanza y frescura que si acabara de salir de la ducha. A tan experimentado banderillero como es Orteguita, le hizo pasar las de Caín, y no menos al resto de las cuadrillas. Ese toro, que era sobrero, ponía en desordenada e indisimulada fuga a cuanto coletudo hubiera en el redondel, mediante fieras y explosivas galopadas. También bronco en el último tercio, el Santi lo liquidó como pudo. Y bastante era.
Transcurrió el festejo con emoción, según se presumía. El poco público que había en la plaza (poco, pero no tan escaso como demandaba la modestia del cartel) pasó una tarde amena, llena de emociones. Hasta tuvo oportunidad de abroncar al presidente, lo cual siempre reconforta, y a los picadores, por no salir vestidos de verdugos, que sería lo propio. Pero no todo resultó desabrido. El cuarto tenía faena, más o menos, y el hijo dilecto de Zafra se la dio, a base de naturales, que si no le salieron puros y excelsos, llevaban implícitas las virtudes del valor y el denuedo, y esto bastó para que la gente se lo agradeciera. Por dos veces arrojó los trastos lejos de sí y se encaró a cuerpo limpio con el toro. Y, principalmente, cobró una estocada a volapié neto, de las que apenas se ven a lo largo de las temporadas. Al primero también le había matado por el hoyo de las agujas, volcándose sobre el morrillo. Gallito se mostró ayer como un consumado estoqueador; un primer espada, con diploma y todos los derechos inherentes.
El primero del Melenas, que asimismo tenía la tarde volunta nosa, se quedaba corto y no per mitió lucimiento. El otro, sin em bargo, seguramente fue el mejor de los seis, y lo aprovechó a su manera, con un trasteo larguísi mo, bullidor y entusiasta, pero de muy recónditas calidades. En las postrimerías resucitó el obsoleto numerito de dar espaldinas mi rando al tendido. Al matar, reci bió el Melenas un varetazo en la cara, que lo dejó fuera de com bate.
El Santi, con el peor lote, adolecía, al contrario que sus compañeros, de desgana e inseguridad, lo cual le afligió ante los problemillas,del tercero y le inhibió durante la lidia del sexto duro y feroz. Tampoco hay que extrañarse demasiado. Evidentemente el Santi no es Pedro Romero. Ni Goya estaba ayer en la plaza (que se sepa) para pintar al torazo largo adornado con una percha que metía miedo. Y además había un Mundial de fútbol del que, por cierto, nadie tuvo tiempo de acordarse durante la corrida. Luego sí, que lo taurino no quita lo futbolístico, ni al revés. El españolito le da a todo, con ilusión contento, siempre que le sepaa bueno.
Babelia
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