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La segunda 'guerra de los seis días'

El alto el fuego propuesto por Phillip Habib, emisario especial de Ronald Reagan en Oriente Medio -inopinadamente aceptado, primero, por Jerusalén y, dos horas más, tarde, por Damasco, pero no por los palestinos-, en la mañana del sexto día de lucha en Líbano, que ha llevado a los soldados del Tsahal (Ejército judío) hasta las puertas de Beirut, dejándolas herméticamente cerradaso, debía permitir a las fuerzas armadas de Israel un momento de respiro para rematar las operaciones de rastreo contra los palestinos, tanto en las bolsas que permanecen dentro del territorio ocupado como en la zona occidental de la capital, donde tienen la convicción de poder capturar al líder de la OLP, Yasir Arafat.Se desconoce en qué condiciones ha logrado concluir el embajador Habib este alto el fuego que pocas horas antes rechazaba aún el presidente Hafed-El-Assad.(...)

Los portavoces militares de Jerusalén afirmaban que sus tropas habían alcanzado los objetivos fijados por el mando y que, por cíerto, resultaban muy superiores a esos cuarenta o 45 kilómetros de zona protectora que deseaban en el sur de Líbano para sus kibutzim de la alta Galilea. Controlada la costa por la Marina y el Ejército de tie rra israelíes, cercada Beirut y su aeroupuerto fuera de servicio, pa rece difícil que por mar o por aire puedan escapárseles los palestinos. (...)

La proximidad de la fecha de la elección presidencial libanesa, que ha de celebrarse entre el 24 de julío y el 24 de agosto, al cumplirse el mandato del presidente Sarkiss, sugiere que en el cerebro del arrogante ministro de Defensa judío, Arik Sharon, bullen otras ideas. (...)

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Una normalización del país vecino, con la instalación en la jefatura del Estado de un hombre de prestigio -quizá el octogenario Camille Chamoun- y a su lado un joven combativo como Bechir Gemayel, que dispone de un verdadero y aguerrido ejército, podría dar paso a relaciones normales entre Beirut y Jerusalén, llegando quizá a la firma de un tratado de paz como el de Egipto, esto siempre y cuando los palestinos hubieran sido expulsados. Pero ¿dónde pueden ir éstos a parar sino a Jordania, país en el que los políticos de Jerusalén y sus militares ven el territorio idóneo de un futuro Estado palestino, cuya creación parece ineludible si se quiere poner fin al largo conflicto árabe-judío de 34 años de duración? Quizá Sharon, a trancas y barrancas, como es su estilo, quiera otorgarle al rey Hussein el desagradable papel de chivo expiatorio.

12 de junio

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