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Mitterrand afirma que las relaciones de Francia con España "no son excelentes"

El presidente de la República francesa, Francois Mitterrand, que visitará oficialmente a España del 22 al 24 del presente mes de junio, piensa que las relaciones hispano-francesas "no son excelentes" y desearía que "fueran buenas", como consecuencia de su próximo desplazamiento. Así se expresó, ayer, en el palacio del Elíseo, durante la segunda rueda de prensa de su septenio, ante la prensa internacional.

El resto de sus declaraciones, referentes a la política interior y a la diplomacia de su país, se ajustaron a la fase delicada en la que ha entrado la gestión del poder socialista. Mitterrand, que anunció la creación de un cuarto canal, cultural, de television, dejó entender claramente que, como ya se esperaba, Francia fabricará la bomba de neutrones.El presidente no quiso extenderse mucho, ayer, en el palacio presidencial, cuando le preguntaron por su inmediato viaje a España. "Hablaré de terrorismo y de la ampliación de la comunidad", dijo, pero eso será esencialemente en Madrid, con las autoridades españolas.

El horno no estaba para bollos, ayer. Quiere decirse que la situación internacional está endemoniada, y el panorama interior francés, sin ser calamitoso, ofrece perspectivas más bien inquietantes, por todos reconocidas. Y Mitterrand, ni en el plano diplomático, ni en el nacional, aportó recetas milagrosas.

Indicadores en rojo

Política económico-social. En pocas palabras, lo que que ocurre hoy en Francia es lo siguiente: la gestión mitterrandista, al cabo de un año, no ha puesto en bancarrota al país, tal como lo auguraron los adversarios del socialismo a la francesa, pero todos los grandes equilibrios económico-financieros han cascado. La inflación, el paro, los déficits presupuestario y del comercio exterior, la fragilidad del franco, es decir, todos los indicadores del estado de una economía son más o menos negativos.De aquí que, desde hace algunas semanas, el primer ministro, Pierre Mauroy, coreado por otros responsables del Gobierno, no hablen más que de austeridad, rigor, cambio de velocidad, esfuerzo, lo que podría equivaler a un cambio de política económica (más monetarismo y menos relanzamiento). Mitterrand ha sido categórico: "empezamos una segunda fase, pero no habrá cambio de política", sino ajustes o modificaciones, vino a decir.

Las medidas que anunció, sociales o económicas, todos los expertos coinciden en que no es fácil que restablezcan los equilibrios precitados, pero también es posible que, sobre el terreno, el realismo sea más amplio que el que podía manifestar, ayer, el presidente, si se tiene en cuenta que, en el seno de la coalición gubernamental, los comunistas y una mínima parte de los socialistas, no quieren oir hablar de medidas de austeridad que podrían afectar, también, a sus electores.

En todo caso, Mitterrand advirtió solemnemente que el déficit presupuestario del año próximo no debía exceder el 3% del Producto Nacional Bruto (PNB), lo que equivale a un techo de 120.000 millones de francos.

La diplomacia francesa, como la política interior, se encuentra también en una fase espinosa. Mitterrand justificó una vez más, la solidaridad de París con Londres en el conflicto de las Malvinas, "porque Gran Bretaña es un aliado, por lazos históricos, porque los argentinos trasgredieron el derecho internacional". Ayer, limitó en cierta medida dicha solidaridad al afirmar que la intervención bélica británica "no debe convertirse en venganza".

Esta misma solidaridad pedía la declaración que hizo al condenar la violación del derecho internacional por parte de Israel al invadir Líbano. La única consecuencia práctica de esta última condena ha sido la anulación de una reunión de la comisión mixta franco-israelí. La política francesa en Africa, de no intervención, a partir de]. cambio de Gobierno en Chad, también será mantenida, dijo Mitterrand. A Francia lo que le interesa es la no intervención extranjera y, en este país, concretamente, una vez que fue abandonado por los libios el otoño último, todo lo demás "son conflictos internos" y, París dialogará con el gobierno legítimo, aunque, "por desgracia", lamentó Mitterrand, esos gobiernos, a veces, se instalen por las armas.

Al analizar las relaciones económicas y políticas franco-soviéticas, el presidente parece que intentó despejar el futuro con vistas a una colaboración menos difícil.

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