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El observatorio astrónomico de Yebes, centro de análisis de las nebulosas presolares

A tres kilómetros de Yebes (Guadalajara), se encuentra el Centro Astronómico de Yebes. Las condiciones de Madrid hacían cada vez más difícil la observación fotográfica. Debido a esto, el Observatorio Astronómico Nacional decidió ampliar y modernizar su equipo e instalarse en un espacio más idóneo. Se eligió el cerro de la Palera, en el municipio de Yebes, por su ubicación y proximidad a Madrid, apenas ochenta kilómetros. Situado a más de novecientos metros sobre el nivel del mar, este centro es el observatorio, estrictamente nacional, mas importante del país.

Instalado en 1977, las primeras pruebas del centro comenzaron en 1978. Su receptor fue construido en la Escuela de Telecomunicaciones de Madrid. En estos tres años y medio se ha llevado a cabo la calibración y puesta a punto del aparato. Actualmente se está construyendo, en colaboración con el Observatorio de París-Meudon, un receptor mucho más sensible que el anterior. La luz es una forma de radiación más que nos llega del universo. También nos llegan rayos ultravioletas e infrarrojos y con das radio. Para estudiar este fenómeno nace la Radioastrononmía en 1932.El radiotelescopio, además de dicha antena, tiene una sala adyacente, con un miniordenador. Con éste, se dirige la observación de la antena y se analizan los datos obtenidos, mediante un conjunto de programas de análisis ya elabora dos. Si los modelos astrofísicos son muy complejos, se analizan en los ordenadores del Instituto Geográfico Nacional (organismo de que depende este centro). El miniordenador resulta escaso para el trabajo que realiza, ya que no puede simultanearse el movimiento de la antena y la adquisición de datos con el cálculo de los mismos. Esto perjudica sensiblemente las dos fases de trabajo. Un radiotelescopio puede observar de día y de noche.

"La línea de investigación central", señala Jesús Gómez, director del centro, "es la observación de las moléculas necesarias interestelares. Su formación y las reacciones químicas necesarias que dan lugar a estas moléculas. Pueden llegar a tener nueve u once átomos, es decir, una estructura relativamente compleja. Su estudio tiene un doble interés; por un lado, las reacciones químicas anteriormente descritas, en unas condiciones diferentes a las que podamos obtener en un laboratorio y, por otro, como herramientas de estudio del medio interestelar, además de por su relación posible con el origen de la vida en los sistemas planetarios. No olvidemos que estamos estudiando las nebulosas presolares, que después darán lugar a las estrellas y los sistemas planetarios".

Una rama de la radioastronomía, conocida como la interfenometría de muy larga base, tiene una aplicación práctica. Se pueden conseguir resoluciones angulares mayores que las alcanzadas por cualquier telescopio óptico. Haciendo una interfenometría intercontinental, en la que se utilice un radiotelescopio en Europa y otro en Estados Unidos para observar una radiofuente, se llega a determinar la distancia entre las dos antenas.

Con este experimento se ha podido conocer la teoría de la deriva de los continentes. El océano Atlántico se ensancha cada vez más. "Actualmente se está investigando en la aplicación de esta técnica, para la predicción de terremotos. Si se pudiera llegar a saber con exactitud, dónde y cómo, se podrían salvar muchas vidas e importantes recursos", añade Jesús. . En el radiotelescopio, además de Jesús y Alberto, trabajan un ingeniero electrónico, un fotógrafo y varios licenciados que están realizando la tesina o la tesis de doctorado.

Una cúpula de ocho metros de diámetro alberga el astrógrafo doble, de 40X200 centímetros, que fue construido en tres años por la casa Zeiss, de Jena e instalado en 1976. La parte exterior de la cúpula es metálica, y la interior tiene una armadura metálica que sirve de soporte a una capa de material aislante. Una ventana de dos hojas, abierta al medio estelar, facilita la observación. Este telescopio está instalado en una montura ecuatorial. Su eje de giro descansa sobre dos pilares en la dirección Norte-Sur, paralelo al eje de rotación de la Tierra. Consta de varios elementos: un anteojo guía, dos sistemas refractores gemelos para observación fotográfica, un buscador, un pupitre electrónico y dos raquetas de mando y unidades electrónicas.

Los dos refractores fotográficos, constituidos por dos sistemas objetivos, unidos a sendas cámaras mediante un compacto cuerpo tubular, rígido a la flexión, donde se incluye el anteojo guía. Se pueden obtener placas de 30X30 centímetros, y con un adaptador, otras de pequeño formato. El buscador es un refractor de 110 milímetros de (diámetro y 750 milímetros de distancia focal. Tiene un ocular micrométrico, que proporciona treinta aumentos. Está acodado con un retículo de iluminación regulable.

Los asteroides son planetas muy pequeños. Hay más de 2.000 catalogados. Tal vez existan muchos más. Algunos han sido captados por Júpiter y circulan en su misma órbita. La evolución de sus órbitas sirve para estudiar el origen del sistema solar. "Si no siguiéramos a los asteroides ya descubiertos, éstos terminarían perdiéndose a causa de las perturbaciones gravitatorias", añade Patxi.

Los cometas son astros con cola. Se dividen en periódicos (período de retorno conocido) y no periódicos. Al extender su cola son muy bellos. Para observar los asteroides se siguen dos métodos. El de Wolf consiste en la aplicación de la fotografía a la observación astronómica. Las placas obtenidas con estos métodos señalan las estrellas con puntos y los asteroides con trazos. Sin embargo, sólo detectan con facilidad los asteroides brillantes, sin impresionar los débiles. Para resolver este problema se utiliza el método de Metcalf. Con éste, se intenta conseguir que los rayos recibidos incidan en un punto fijo, de la placa durante la exposición. Se da a la placa el mismo desplazamiento que sigue el asteroide respecto a las estrellas. Una vez expuestas las placas, se procesan fotográficamente y ya se pueden analizar. Para el análisis se utiliza el microscopio de salto. "En este microscopio podemos comparar con otra placa de la misma zona estelar obtenida en otro momento o también observar la placa transcurrido un tiempo entre exposición y exposición", añade Julián. Para identificar el asteroide, eligen un número de estrellas conocidas que rodeen el objeto deseado y así obtienen su posición orbital en el momento de la observación. Después, preparan los datos necesarios para hacer un programa de cálculo de posiciones orbitales. En Yebes hacen la fase de estudio de la observación, el procesado de placas, el análisis e identificación, la preparación de los programas y la revisión de las fichas perforadas de ese programa. En el Instituto Geográfico se dirige y calcula el programa y se publican los resultados.

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