A Valladolid no han llegado los 'petrodólares' kuwaitíes
Valladolid todavía no vive, deportivamente, ambiente de Mundial. La mayor expectación sigue centrada en las posibles y anheladas repercusiones económicas de la presencia de Kuwait. Pero un pesimismo y una decepción que van en aumento a medida que pasan los días, han sustituido a aquellas fantasías nacidas en el mes de enero y que hablaban de la llegada de miles y miles de orientales, forrados de petrodólares y dispuestos a repartirlos en la ciudad. Mister Marshall parece que va a pasar de nuevo de largo, dejando a los soñadores compuestos y sin novio. Pero en este caso no se trata únicamente, como en la película de Berlanga, de haber adecentado calles y plazas y tener a punto la banda de música, sino que a algunos les va a pillar con abundante material pagado, en el que han invertido buenas cantidades de dinero y sin poder darle salida. Quien más quien menos pensó, al saber que Kuwait jugaría en Valladolid, montar su pequeño negocio o buscar el chollo de turno, y los más decididos se lanzaron a la empresa de preparar libros, folletos, regalos, joyas y un largo etcétera, con la esperanza de convertirlos en oro en cuanto los nuevos reyes midas orientales asentasen sus plantas a orillas del Pisuerga. Hoy temen ya el fracaso más estrepitoso. Y todo porque aquellos 10.000 kuwaitíes van a quedar reducidos a setecientos u ochocientos, quienes, por supuesto, tampoco van a ir tirando dólares por las calles, como si fueran peladillas en un bautizo.Sin embargo, y pese a esta evidencia, cualquier mínimo detalle, cualquier rum-rum de origen desconocido sirve para alimentar la fantasía. Bastó que sonara un nombre en árabe para que una agencia inmobiliaria quintuplicase el precio de alquiler de una vivienda que ya tenía apalabrada. Obviamente -debió pensar el listillo- si son de Kuwait podrán pagar mucho más. Y, obviamente, se quedó sin alquiler `él inmueble. Basta ver una chilaba por la calle o alguien con aspecto oriental, para que la gente piense: "Donde entre se forran". De momento, pese a que ya hay grupos -eso sí, reducidos- de kuwaitíes en los principales hoteles de Valladolid, no se ha hecho rico nadie por esta causa.
En el plano social tampoco se han producido las convulsiones profetizadas. Aquellas 10.000 señoras de moral distraída que se esperaban para satisfacer las apetencias sexuales de los kuwaitíes no aparecen por ninguna parte. Ni nadie sabe nada de cantidades fabulosas por noches de placer, aunque en este tema la imaginación popular también se ha desbordado y se disparan rumores fraguados en las colas de los mercados. Este ambiente, lógicamente, eclipsa de momento el aspecto deportivo. La selección de Kuwait llegó el día 4 con tan poca expectación, descontados los informadores, como gran despliegue de medidas de seguridad. Desde entonces se han atrincherado en el parador nacional de Tordesillas y en un campo de las cercanías se entrenan diariamente, a las órdenes del brasileño, Carlos Alberto Pajeira, que repite constantemente que su grupo es el_más fuerte, que a priori tienen pocas posibilidades, pero que nadie se fe. La vigilancia es tal que el viernes, día que arribó la selección, no le permitieron aparcar en el parador nacional al presidente del Consejo General de Castilla y León. La selección kuwaití sale poco de este recinto. Ni siquiera ha visitado una cafetería recientemente inaugurada llamada Kuwait
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