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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Argentina y los 'no alineados'

LA REUNION en La Habana de los ministros de Asuntos Exteriores de los países -44- del movimiento de los no alineados está presenciando y recibiendo un cambio histórico: el de la República Argentina, herida por la respuesta británica a su intento de ocupar las Malvinas, y convertida ahora en un país de la izquierda radical. Hasta empezar el mes de abril, Argentina era un fuerte bastión de Occidente, no sólo por su régimen político, sino por una especie de convicción de sus dictadores de diferenciarse de los países del subdesarrollo, porque se considera "de raza blanca, occidental y cristiana", según palabras del mismo ministro Costa Méndez, que ahora acude a La Habana. Sobre esas ideas y explotando sus valores contrarrevolucionarios, Galtieri había cuidado, desde que ascendió a la presidencia, de fortalecer sus lazos con Estados Unidos: se sentía comprendido por Reagan. Hay bastantes posibilidades de que cualquier reflexión sobre este suceso conduzca, una vez más, al desaliento acerca de los valores ideológicos y de las nociones de conciencia en la política. Estamos presenciando un esfuerzo en dos sentidos: el de la República Argentina al sumarse con un gran entusiasmo verbal a los que eran sus enemigos, y el de éstos al ensalzarla, estimularla y aplaudirla en nombre de la libertad de los pueblos. Junto a Argentina está no solamente la denostada Cuba, sino Nicaragua, que antes de abril la denunciaba por enviar armas, consejeros militares y especialistas en represión de guerrillas y de izquierdistas a El Salvador y a Guatemala. Ataca ahora Argentina a Israel, ataca a la República Surafricana misma, con la cual estaba preparando, hace poco más de un par de meses, un tratado defensivo del Atlántico sur en el que debía estar presente también Estados Unidos. Es decir, que la República Argentina no sólo se implica seria y profundamente en el movimiento de los no alineados, sino precisamente al ala izquierda, al ala prosoviética de ese movimiento, incluyendo unas negociaciones bilaterales con Cuba -tratados científicos, económicos y culturales- y una violenta condena a la presencia de Estados Unidos en la base de Guantánamo; y la propuesta de que la próxima conferencia en la cumbre de los no alineados se celebre de nuevo en La Habana -como la anterior- en lugar de en Bagdad, como estaba previsto, con lo cual, además de ofrecer este regalo a Fidel Castro -que trata desde hace años, desde su enfrentamiento con Tito, de conducir personalmente el Movimiento-, se pone de parte de Irán -y enfrente, por tanto, de los países conservadores del mundo árabe-, que niega la posibilidad de que Irak albergue a los países conferenciantes.Esto no quiere decir que Argentina vaya a recibir el apoyo total de este grupo de países. Dentro de él hay adversarios de Argentina. Parecen encabezados por Kenia, y reúnen unos veinte ministros más o menos relacionados con la Commonwealth, que proponen que la resolución sobre el tema argentino se limite al apoyo de la gestión de las Naciones Unidas y concretamente a la resolución 502 del Consejo de Seguridad, que requiere que los soldados argentinos se retiren de las Malvinas. Hay países con otras inquietudes: Chile, que teme que las Malvinas formen un precedente para que Argentina ocupe Beagle, y que trata de conquistar el puesto vacante por la deserción argentina del país aliado predilecto de Occidente, con lo que ganaría posiciones para continuar su dictadura; Guyana, colonia británica que alcanzó la independencia, y que teme a su vez ser anexionada por Venezuela... No es, por tanto, nada seguro que la moción cubana condenando la agresión británica de carácter colonialista llegue a pasar sin dificultades. La misma Cuba tiene ahora un cierto cuidado al tratar del tema de Estados Unidos en una resolución colectiva, aunque su ministro, Malmierca, no ha ahorrado epítetos para Estados Unidos: hay algunos datos de que ciertas negociaciones entre Cuba y Estados Unidos que se celebran oficiosamente podrían llegar a algunos acuerdos sobre El Salvador y sobre la presencia de cubanos en Africa, a cambio de algunas facilidades de Estados Unidos a la economía cubana.

El movimiento de los no alineados no ha sido nunca homogéneo; representa demasiadas oposiciones entre los regímenes de sus miembros y demasiadas alineaciones, por vocación o por obligación, en uno o en otro sentido; el tema argentino no es el más difícil de estas reuniones (siempre es posible un comunicado condenando al colonialismo y al imperialismo en general), más envenenadas aún por el enfrentamiento Irak-Irán y por otros asuntos. Se sabe que la vieja disputa de fondo no ha cesado nunca: la de la adopción de un verdadero neutralismo, sostenida hasta su muerte por Tito, pero heredada por sus sucesores y por los países que le seguían y que era un eco de los tiempos gloriosos de Bandung, y la que mantiene que el verdadero imperialismo reside en Estados Unidos y sus aliados occidentales, y por tanto hace precisa la amistad y la ayuda de la URSS, tendencia amparada, dirigida y difundida por Fidel Castro. El hecho de que Argentina haya decidido sumarse a esta última tendencia -y no le falta la razón, puesto que está recibiendo ayuda de la URSS y amenazas de Estados Unidos- puede llenar de sorpresa a quienes todavía creen en una moral, en una ética y en unos ideales capaces de presidir los países y sus relaciones. Si la República Argentina llevase esta posición a su propio interior, diera papel público a los partidos de la izquierda que ha reprimido, abriera sus cárceles y detuviera a sus torturadores podría reconciliarse con la ética, aunque no fuera capaz de resucitar a sus víctimas ni hacer aparecer a los desaparecidos. No parece que su cambio de postura llegue a tanto.

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