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El festival de Cannes premia el cine de denuncia de Guney y Costa Gavras y 'la búsqueda constante' de Antonioni

Los premios del 35º Festival Internacional de Cine de Cannes han venido a confirmar que el cine basado en la realidad suscita más interés que la obra que nace de la inspiración privada. Missing, de Costa-Gavras, y Yol, de Yilmaz Guney, galardonadas ex aequo con la Palma de Oro, fueron claras candidatas a los premios finales, no sólo por su excelente calidad cinematográfica sino por su claro compromiso con la realidad denunciada. El realizador griego suscita con Missing una polémica importante sobre la actividad política de la CIA. en países del Tercer Mundo, que, aunque ampliamente conocida a través de la Prensa, no había sido formulada con tanto vigor por el cine actual. Yilmaz Guney, por su parte, expone en Yol una dura crónica de la realidad de Turquía, de la que él mismo es un claro exponente al haber escrito y teóricamente realizado desde la cárcel la obra ahora premiada. Un premio "al espíritu de búsqueda de Antonioni" completa lo más importan te de este palmarés.

La unanimidad de los asistentes ante estos títulos se amplió a La noche de san Lorenzo, de los hermanos Taviani, donde la sensibilidad de la narración no oculta su claro sentido de denuncia de la crueldad fascista durante los últimos días de la Segunda Guerra Mundial. El jurado de Cannes le ha concedido su premio especial, comparable en su importancia a la Palma de Oro.A punto estuvo de descoyuntarse esa unanimidad cuando hicieron su aparición los clásicos y venerados Godard y Antonioni, este último, sobre todo, celebrado con entusiasmo por los viejos nostálgicos de su teoría sobre la incomunicación. Parecía que los jueces de Cannes no se atreverían a castigar con el olvido a ambos autores. Para evitarlo en parte, se ha improvisado un premio extraordinario que conmemore el 35º aniversario del festival: Antonioni puede ser citado con él sin concretarse en la película presentada en Cannes, Identificación de una mujer. Se premia en su lugar "la constante actualidad del conjunto de su obra", es decir, la Historia. Antonioni, como Godard, son ya pasado. Al director francés no ha habido más remedio que buscarle también otra consolación: la de un premio menor concedido por la Comisión Superior Técnica del cine francés, que destaca de Passion sólo la fotografía de Raoul Coutard, de quien, por cierto, no habló cariñosamente Godard.

Este festival ha planteado, pues, la necesidad de realizar un cine cercano al presente. No ha atendido, en cambio, y ha hecho bien, a los autores que sólo por su mitología ofrecen un valor. Ya no hay autores si previamente no hay películas.

El cine norteamericano es el único que puede seguir buscando el espectáculo costoso e incluso en ocasiones, hasta transformarlo en una buena película, como demuestra E. T., el extraterrestre, la última y mejor obra de Steven Spielberg con la que anoche se clausuró el festival. Un tebeo tierno y divertido irrepetible por su presupuesto por otros países.

El cine europeo tiene su salida y su lógica en películas que aborden con riesgo temáticas cercanas, concretas, más reales. Caben, lógicamente, todas las excepciones posibles (Missing, por ejemplo, es una película norte americana; La noche de san Lorenzo exige una inversión costosa), -pero hay una cierta norma que resulta arriesgado romper. Wim Wenders lo ha querido hacer en Hammet y se ha encontrado con el olvido del palmarés. Werner Herzog ha sido destacado por su Fritzcarraldo, rodada en Perú, con una fuerte inversión económica, pero es discutible el resultado de su esfuerzo, aunque, ciertamente, ha sido uno de los más valoradas durante el festival.

Premios, pues, plausibles, que no han querido olvidar la producción húngara Otra mirada donde, para sorpresa de casi todos, se planteaba una historia de homosexualidad femenina, tema poco frecuente en las cinematografías del Este.

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