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La difícil supervivencia del teatro

La cartelera teatral en Barcelona en estos días resulta paupérrima, como si la ciudad hubiera decidido ya definitivamente vivir sin teatro y una muestra de ello está en que la mayoría de obras que se representan lo hacen gracias a subvenciones de las diferentes instituciones catalanas.Tal es el caso de Bent, la polémica obra de Martin Sherman, que se representa en el teatro Regina, subvencionada por la Diputación. Se trata de un alegato en favor de la homosexualidad y contra el nazismo del que no se ha sacado ningún partido, ni en representación ni en montaje. Muy distinto es el caso de Duet per a un sol violí, de Kempinski, que interpretan admirablemente en el Poliorama Rosa María Sardá y Claudi García.

La mediocridad del texto queda aquí engujada por la excelencia de la versión, pero también esta obra ha necesitado la subvención, en este caso del Ayuntamiento, para llegar a la escena. Está luego la programación del Centro Dramático de la Generalidad. Junto a un buen trabajo en Marat-Sade, de Peter Weiss, el aburrido Baal del que el lector tiene noticia junto a este texto. Están los que no tienen subvención: Nit de Sant Joan, del grupo Dagoll Dagom, con Jaume Sisa, en el teatro Barcelona; el espectáculo Andalucía amarga, en la sala Villarroel, y Feliz Cumpleaños, comedieta de interés menor.

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