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Crisis sin precedentes en la CEE por la intransigencia británica

Soledad Gallego-Díaz

A cuatro semanas escasas de la cumbre de Versalles, en la que los europeos deberán defender frente a Estados Unidos y a Japón sus intereses vitales, la Comunidad Económica Europea (CEE) está al borde de una crisis sin precedentes.Las próximas veinticuatro horas son decisivas para el futuro de la Comunidad: o los nueve obligan a Londres a aceptar "una salida de emergencia" para el problema del presupuesto británico, o el lunes próximo a las cuatro de la tarde se puede ir al traste la imagen unitaria de la Comunidad y desencadenarse una batalla interna de imprevisibles consecuencias. A esa hora se reúnen en Bruselas los ministros de Agricultura con el compromiso ineludible de aprobar el aumento de los precios agrícolas, rodeando incluso, si es preciso, el veto del Gobierno británico.

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En la guerra del Reino Unido con sus nueve socios todo vale: Londres bloquea desde hace casi dos meses el aumento de los precios agrícolas y los nueve instrumentalizan en lo posible su solidaridad en el conflicto de las Malvinas. La momentánea debilidad del Gobierno de Margaret Thatcher (pese a todos los apoyos internacionales de que disfruta) fue como un pistoletazo en la pista de la CEE: los nueve cerraron filas y colocaron al Reino Unido frente a la pared, pero la reacción de Londres fue violenta: si se pasa por encima del veto británico, los ministros de Agricultura habrán roto uno de los principios básicos de la CEE y la Comunidad será "otra cosa".

El fin de semana ha conocido una actividad diplomática frenética. El ministro francés de Asuntos Exteriores se trasladó a Londres para entrevistarse con su colega Francis Pym, mientras Mitterrand y el canciller Schmidt estrechaban el lazo en Hamburgo. El ministro belga Leo Tindemans, presidente de turno del consejo comunitario, Ileva 48 horas sin despegarse del teléfono", según uno de sus portavoces, y el presidente de la Comisión Europea, Gaston Thorn, dibuja panoramas catastróficos a quienes quieren prestarle atención.

Sobre la mesa se ha planteado una salida de emergencia. Londres ha rechazado la oferta de ochocientos millones de dólares durante tres años, pero tal vez podría aceptar un arreglo sólo para 1982. El Reino Unido, que según sus cálculos aportará a las arcas de la CEE unos 1.400 millones de dólares este año, perdería seiscientos millones, pero arrancaría a los nueve el compromiso de seguir discutiendo durante meses "para encontrar una solución a largo plazo", tal vez los siete años que Thatcher ha soñado siempre, pese a la negativa de París y de Bonn.

Londres tiene poco tiempo para pensarlo: o acepta o sigue manteniendo su veto sobre los precios agrícolas y provoca la crisis más grave de la CEE desde su creación.

"No hay más conejos blancos en el sombrero de la Comunidad Europea", ha dicho Thorn, Io más que puede sacarse es una simple zanahoria, algunos millones más".

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