Las fiestas
Ahora parece que van viendo claro, quienes no lo habían visto, que hay toda una operación, un programa de antifiestas para cargarse las fiestas de Madrid. Como de lo que se trataba era de aguar la fiesta, ya han aparecido los bomberos simbólicos (el hombre es un animal simbólico, dicen los filósofos), y los bomberos son quienes más mandan en el água, quienes mejor la entienden, y ya nos han aguado la fiesta.Movida del Rastro, movida de las cacerolas en la Plaza Mayor y movida del Retiro, con dos oleadas sucesivas de fuerzas de diverso orden, como si el Retiro fueran las Malvinas de los buhoneros y gentes del bocata. Cualquiera puede ya establecer toda una teoría de voluntad antifestiva, que no sé de dónde viene, pero que los mass/sepia están glosando a tope, menudo bizc ocho, lo cual que no paran con lo del populismo, como si Tierno fuese "alcalde popular por voluntad propia", como José Bódalo, o sea, el corregidor que saca Paco Nieva en su función. Como si no hubiera, en fin, miles de votos detrás. A la democracia es que aquí se le llama populismo y a la verdad, demagogia. Allá Tierno con sus botellas y sus botellazos (no parece que le tire botellas, precisamente, la mayoría que le votó), pero es que anoche he tenido que decírselo a una marquesona, que me decía que aquí se han perdido los modales:
-Mire usted, señora; aquí lo que se ha perdido es el miedo.
Porque Tierno puede dar asco, risa, fascinación, rabia, sueño, marcha, alegría, muermo, pero lo que no da Tierno es miedo. Eso no lo sostienen ni sus peores enemigos, que los tiene cercanos y lontanos. A un alcalde franquista nadie le levantó la voz por unos caracoles, porque lo primero eran dos ostraspedrín, por rojo, y luego embaulado a la Dirección General, con el roneo. ¿O es que ningún alcalde franquista -Mayalde, Arias Navarro, Arespacochaga y asícomió nunca caracoles en cuarenta años? En principio, todo es malo para todo el mundo, desde el festival de jazz en la plaza Villa de París, hasta el pregón del llamado Umbral, "que ya dio otro hace tres años". ¿Con quién me confundirán? No sé si Freúd estudió las confusiones voluntarias.
Las fiestas, queramos o no, son un plebiscito, y como el plebiscito está saliendo bien, hay que desinflarlo. Conchita Barral me ha puesto La verbena de la Paloma, pero sin música. Sólo la letra de don Ricardo de la Vega. Este Madrid es aquél, con guindillas o con maderos. El franquismo queda de por medio, como un paréntesis que, dado que no tenía entidad histórica, aspiraba sólo a parar la historia. Como Hegel, pero todo lo contrario. La movida de los "bombeiros voluntairos", que dicen en Portugal, o sea los encargados de aguar la fiesta, se prolonga y engrandece con la premovida de los Mundiales, en los que Aranguren incluye, genialmente, como show final, la venida de Wojtyla. Entre otras cosas, se está limpiando Madrid de drogas, y algunos hombres de Rosón visitan las farmacias, lo cual me parece bien y normal. No así la dialéctica de algunos de estos hombres. (Qué pena, Juan José, cómo te están reciclando la imagen para peor, ahora que ibas consiguiendo casi lo mejor.) Les dicen algunos visitantes a algunos farmacéuticos:
-¿Quién se ocupa aquí de la seguridad del establecimiento?
-Nadie. No quisiéramos quitarles el trabajo a ustedes.
Delegar la protección del ciudadano en el ciudadano mismo era uno de los más sutiles procedimientos fáscistas. No es eso lo que tú querías, Juan José. Tú querías "humanizar" el cargo, el poder, y casi lo hibías conseguido. Perdona que te: lo diga desde las fiestas madrileñas de ayer y de siempre: "Rosón, que tiés madre".
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