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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Prudencia con Guinea

EN DEVOLUCIÓN de la visita que el presidente Calvo Sotelo realizó el pasado diciembre a Guinea Ecuatorial, el presidente Obiang Nguema ha llegado a Madrid. Su anterior estancia oficial en España coincidió con la moción de censura del PSOE a la gestión gubernamental y no se desarrolló en el necesario clima de sosiego que las negociaciones interestatales exigen. El conflicto de las Malvinas, las elecciones andaluzas y las dificultades de UCD pueden turbar también en esta ocasión la tranquilidad deseada. Las relaciones bilaterales, sin embargo, nunca pueden aislarse de su contexto general, y los problemas de Estado deben ser planteados y resueltos al margen de las preocupaciones coyunturales.El viaje a Bioko y Río Muni de Calvo Sotelo tuvo como propósito culminar una negociación, iniciada meses atrás, que pretendía restablecer las condiciones para una cooperación fructífera y satisfactoria entre Guinea Ecuatorial y España. La dimisión de Suárez, los sucesos del 23-F, el nombramiento de un nuevo presidente de Gobierno poco familiarizado con los problemas pendientes y los propios acontecimientos internos de Guinea (tentativas o realidades de un golpe de Estado con algún soplo español imaginario) habían enfriado las relaciones y desconcertado a las autoridades ecuatoguineanas.

Entre tanto, la situación económica de Guinea Ecuatorial se había ido deteriorando. La importante ayuda exterior recibida por el régimen del presidente Obiang no logró los objetivos previstos de bajar los precios de los artículos de primera necesidad y mejorar la dotación de equipos productivos. El Fondo Monetario Internacional (FMI) había facilitado, durante 1980 y 1981, a Guinea Ecuatorial unos veintidós millones de dólares de libre disposición, cantidad equivalente al valor anual de sus importaciones de mercancías. Además, el gobierno de Madrid había abierto líneas de crédito en volumen apreciable para la compra de bienes de consumo y de inversión. Pero el resultado final, en términos de mejoras materiales para la población, fue decepcionante. La falta de organización administrativa del Estado ecuatoguineano tuvo gran parte de responsabilidad en esos malos resultados. Pero las autoridades ecuatoguineanas han tratado de ocultar a toda costa esas deficiencias internas mediante el procedimiento de atribuir todas las culpas a la escasez de la ayuda recibida y a la reticencia de los países industriales, especialmente España, para incrementarla. La situación desembocó en un círculo vicioso de peticiones de ayuda por parte de Guinea y de exigencias españolas de un mayor control tanto de esos apoyos financieros y materiales como del funcionamiento interno de la Administración y de las instituciones del régimen del presidente Obiang. El forcejeo no gustó a las autoridades de Malabo, que acusaron a España de pretensiones neocolonialistas, y el resultado fue, desde la visita de Calvo Sotelo, una casi paralización de nuevas iniciativas que relanzasen la cooperación.

Guinea Ecuatorial acaba de hacer su presentación internacional en el foro de una conferencia de países donantes, que habían manifestado su buena disposición para acudir en apoyo de un país que había sufrido una de las dictaduras más depredadoras de la historia reciente. La conferencia ha sido un éxito. Habrá fondos por valor de unos cien millones de dólares destinados a proyectos específicos de desarrollo: carreteras, hospitales, escuelas, etcétera. Sin embargo será preciso que Guinea Ecuatorial genere, mediante sus ventas, de cacao, madera y, en un futuro, petróleo, las divisas suficientes para alimentar a su población y mantener el desarrollo de sus producciones.

El mayor volumen de donaciones y créditos, dentro del total acordado en la conferencia, le corresponde a España. Parece necesario que los fondos donados por nuestro país se vean vinculados de manera estricta a proyectos determinados, con entrega llave en mano. De esta manera se evitarán las acusaciones de incumplimiento por parte del país receptor y se demostrará la realidad de la ayuda española. Una cooperación más comprometida (interviniendo en la política económica de Guinea Ecuatorial) sería peligrosa sin la intervención de una institución como el Fondo Monetario Internacional, y aún así no parece muy aconsejable. Lo razonable, creemos, es circunscribir la cooperación a sectores. específicos, sobre todo sanidad y educación. La otra gran área de una posible cooperación, la defensa, se encuentra ahora prácticamente desdibujada. Su reconsideración requiere un análisis de la evolución política de Guinea Ecuatorial. El presidente Obiang ha consolidado su situación personal a costa de desembarazarse de quienes le ayudaron decisivamente a derrocar a Macías, mientras que antiguos colaboradores del dictador han regresado a las palancas del poder. Las características propias de una autocracia vuelven a ser visibles en aquel país.

En definitiva, los problemas planteados no serán fáciles de resolver en una negociación que parece destinada a ser corta y apresurada, y bastará con que de esta visita se derive un mejoramiento formal de las relaciones y un principio de cooperación que permita negociar en el futuro. En espera de que el paso del tiempo suavize las reticencias de los actuales dirigentes ecuatoguineanos, España debe condicionar la ampliación sustancial de sus compromisos de ayuda a la aparición de señales inequívocas de una apertura democrática del régimen de Guinea Ecuatorial y de una gestión limpia y eficaz en la administración de sus recursos económicos.

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