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Reportaje:La otra Andalucía / 1

Un turismo rico, pero anacrónico

Si en otros sectores básicos (agricultura, etcétera), los poderes del ya próximo futuro Parlamento andaluz van a continuar siendo subsirvientes de las directrices que emanen dell Gobierno de la nación, las transferencias en Turismo serán plenas y las sombras que tiene el sector turismo en la Andalucía de hoy podrán quizá llegar a ser todo lo positivas que su excepcional clima, playas, belleza paisajística, folklore y riqueza cultural monumental y artística merecen alcanzar.Acaso el defecto más grave que tiene el sector turístico andaluz sea el de que su población activa haya pasado de la agricultura a los servicios, sin transitar por la industria. " De ahí que, pese a su enorme volumen y potencialídad, el turismo no sea para Andalucía tan rico como para otras regiones, españolas (Costa Brava catalana, costa valenciana, y aún la costa cantábrica), y ello por razones casi obvias: primero, porque la productividad media del sector terciario en Andalucía está muy por debajo de la alcanzada en esas otras regiones (que, además, están industrializadas), y, singularmente -como indica el profesor Delgado-, porque el turísmo genera un comercio importante y "el comercio, en las sociedades industrializadas, se ha desarrollado acompailando al capital industrial". Pero en Andalucía no ha ocurrido tal cosa.

La construcción

En Andalucía, el dinero del turismo -para decirlo en términos vulgares- no se dirigió a la industria, sino a la construcción. Y aún en este caso se dio la paradoja de que, según las tablas input-output, realizadas por Aurioles, Mancha y Morillas, importó el 35% de los materiales. Por otra parte, el capital invertido en viviendas, desde el punto de vista de la sociedad en su conjunto, es un capital improductivo.

Durante los años del gran boom turístico, la mano de obra excedente de la agricultura (o la que jarta de estar jarta del endémico paro estacional) huyó del campo a las ciudades, muchos miles de andaluces no tuvieron que emigrar a otras regiones o al extranjero. Encontraron empleo en su tierra, en la construcción. Pero la recesión económica que se padece desde 1973-1974 ha hecho que también esta actividad constructiva se semiparalice, con lo que hoy -según las estadísticas- es el sector de la construcción el que hoy tiene mayor número de parados en Andalucía, aproximadamente la mitad del paro total o algo más.

Más ni siquiera en aquellos años floridos generó Andalucía los puestos de trabajo suficientes para dar satisfacción a la demanda de los jornaleros y pequeños propietarios agrícolas que buscaban salida en otras actividades. Prueba de ello es que desde el boom del crecimiento económico iniciado en los años cincuenta han emigrado de Andalucía dos millones de personas.

Muchos piensan que las regiones subdesarrolladas que gozan de una serie de características específicas (sol, bellezas naturales, etcétera) son especialmente aptas para el desarrollo turístico. El tema es cierto, pero encierra una falacia Se escamotea el hecho de que una de las cosas principales para que una zona sea turística es que haya en la misma excedente de mano de obra, además que no precisa de gran cualificación y que, en resumen es barata, y en gran parte estacional o de temporada. Habría que examinar, por tanto, hasta qué punto el desarrollo turístico de la Costa Brava, de la costa valenciana o de las islas Baleares no se ha logrado a base de que importaban la mano de obra de Andalucía, Extremadura o Castilla.

El sector turístico se basa en las prestaciones personales, por lo que el nivel de salarios de estas prestaciones es factor fundamental del precio turístico. A esto hay que unir la peculiaridad propia del turismo de ser un bien consumido in situ, de modo que el nivel general de precios de la zona en que el fenómeno se produce pasa a ser componente directo del ya mencionado precio turístico.

El turismo es, sin lugar a dudas, el principal factor de financiación del crecimiento económico español. La necesidad de saldar el déficit crónico de nuestra balanza comercial, provocado en su mayor medida por la importación de bienes de equipo y de ciertas materias primas industriales, encontró en las inversiones extranjeras, en las remesas de emigrantes y, sobre todo, en los ingresos turísticos, una inmediata solución. Este objetivo nacional hizo que los posibles objetivos propios del sector quedaran relegados a un segundo plano.

Podemos decir, pues, que el sector turístico fue un instrumento, bastante eficaz por cierto, del crecimiento económico nacional en cuanto protagonista principal de su financiación. En tal sentido, podemos hablar de instrumentalización del sector turístico.

Esta instrumentalización ha traido como consecuencia el olvido, en muchas ocasiones, de los intereses propios del sector, provocando en el mismo malformaciones y orientaciones erróneas, así como la inexistencia de una política turística a medio y largo plazo.

Bolsa de subdesarrollo

Andalucía, por su parte, ha sido una de las regiones menos favorecidas por el desarrollo económico de España, constituyendo una gran bolsa de subdesarrollo dentro del mismo. Su papel en el proceso de crecimiento acelerado ha sido de los menos gratos. La más importante aportación que ha realizado se materializa en su mano de obra, excedentaria del sector primario, y que ha constituido la base laboral no cualificada del sector industrial de las regiones más prósperas, cuando no una parte importante de los más bajos niveles de la mano de obra de los países del Mercado Común. En este sentido, la emigración andaluza ha representado parte considerable de la fuerza de trabajo empleada en el proceso de desarrollo (emigración interna) y su considerable porcentaje de las divisas que en concepto de remesas de emigrantes ha recibido del país.

No quedó en esto la aportación de la región andaluza al crecimiento económico español. Buena parte de la base alimentaria española y de los productos agrarios de exportación salieron de Andalucía, y el capital de la región ayudó a la formación de los grandes centros industriales, bien directamente mediante las inversiones extrarregionales de la burguesía andaluza, o bien mediante las transferencias de fondos de las instituciones bancarias.

Así, Andalucía puede considerarse también como una región instrumentalizada para la consecución del crecimiento económico acelerado español.

En resumen, el sector turístico andaluz se ve claramente influido y condicionado por los desequilibrios sectoriales y espaciales que el proceso de crecimiento acelera do iniciado en España a principio de los sesenta ha provocado.

Tipos de turismo

El turismo de playa es en todos los sentidos el más importante, re presenta el prototipo de turismo de masas y se mueve en un mercado de grandes proporciones en el que se centran muchos intereses económicos. Es el turismo por excelencia y en el que España ha basado la imagen turística que más ha comercializado.

Su localización se encuentra, naturalmente, en las costas de Almería, Granada, Málaga, Cádiz y Huelva. En realidad es el que absorbe la casi totalidad de los recursos y proporciona la gran mayoría de los ingresos turísticos. Prácticamente la generalidad de las plazas extrahoteleras y el de las hoteleras se hallan vinculadas al mismo. Dentro de este turismo de playa andaluz destaca sobremanera el perteneciente a la Costa del Sol, uno de los grandes emporios turísticos nacionales. Y que en la actualidad oferta 45.000 plazas hoteleras y unas 350.000 extrahoteleras.

El resto de las tipologías turísticas se pueden dividir en dos grandes grupos, el turismo deportivo y el turismo cultural en su más amplio sentido. Dentro del primer tipo entraría el turismo de nieve, que tiene su centro exclusivo en Sierra Nevada, el turismo de caza y pesca de grandes posibilidades en Andalucía y el vinculado a todos los deportes relacionados con el mar.

Contratación malagueña

Al segundo pertenecerían tipos de turismo como el científico, el artístico, el folklórico en general (cante, baile, fiestas populares, etcétera), el gastronómico y otros.

Según pone de manifiesto el referido estudio de Enrique Torres Andalucía posee el 12,3% de las plazas hoteleras de España, pero amén de concentrarse casi todas en la costa, sufre un desequilibrio mucho mayor porque sólo Málaga y su provincia contienen el 36,02% del número de establecimientos turísticos regionales y el 48,55% de las plazas hoteleras. Por tanto podemos decir que la potencialidad turística de la región es aún enorme tanto porque sólo sobre el 20% de la superficie andaluza, la costera, se desarrolla el turismo, sino porque la mitad de todas sus plazas se concentra en la breve franja costera malagueña.

Su diversidad de climas y paisajes, sus aspectos históricos y artísticos, su folklore, sus posibilidades cinegéticas y deportivas, el hecho de ser la región con mayor longitud de costa, etcétera, hacen casi infinitas las posibilidades turísticas de Andalucía. Lo que constituye en la actualidad la base del turismo andaluz, el turismo de playa, concentrado en la estrecha franja litoral de la Costa del Sol de una manera casi absoluta, no llega a una ocupación del suelo del 20% de la misma.

Ahora bien, esta enorme potencialidad turística de Andalucía no justifica de por sí la expansión del sector, que deberá de hacerse acorde con los intereses del mismo y de la región, pero sí implica, tema que tocaremos más adelante, la necesidad de prestar una gran atención a la conservación de los recursos que representan dicha potencialidad.

A corto plazo parece de sumo interés considerar el papel que pueden desempeñar algunos tipos de turismo aún prácticamente sin explotar, no tanto por la entidad propia que puedan llegar a tener, como por la complementariedad que pueden suponer para otros tipos de turismos. Entre ellos estarían el turismo de caza (mayor y menor) y pesca, deportivo, cultural en general, etcétera.

La muralla de cemento

Sin poder hablar de que en la Costa del Sol (y menos en la de la Luz onubense) nos encontremos, como para en el Mediterráneo del País Valenciano y Murcia, ante una verdadera muralla de cemento que tapa el paisaje y lo destruye, tampoco está exenta Andalucía de diversos defectos tanto de esta índole como, sobre todo, de una falta de infraestructura sanitaria y de abastecimientos adecuada. Asimismo, aunque hayan sido mejorados sensiblemente en años pasados, los accesos y las intercomunicaciones entre las capitales andaluzas sigue tropezando con graves inconvenientes.

La falta de una política que contemple estos aspectos ha llevado a que se produzca en Andalucía una serie de problemas de medio ambiente que han puesto en peligro algunos de los recursos naturales que podemos calificar, sin lugar a dudas, con potencialidad turística (Doñana, playas de Huelva, atentados paisajísticos sin número, etcétera) o que incluso han llegado a comprometer la actividad turística ya establecida (contaminación de las aguas en la Costa del Sol, por ejemplo).

El profesor Delgado califica de anacrónico el desarrollo del sector terciario en Andalucía por dos razones.

La imposibilidad de competir con las industrias de las regiones desarrolladas impide la inversión industrial del capital andaluz, que ha de orientarse hacia actividades complementarias como la construcción y los servicios.

La ausencia de un sector industrial que pueda absorber el excedente de mano de obra del campo y el que se crea por la desaparición de una parte del artesanazgo andaluz conduce a la proliferación de cierto tipo de servicios con una productividad muy baja.

Como se indica al inicio de este informe, para Delgado la diferencia entre el sector servicios de un área desarrollada y el de Andalucía es cualitativa.

Allí la inversión en este grupo de actividades es un gasto productivo, puesto que realiza papel de buscar salidas y organizar el crecimiento de la producción industrial.

En Andalucía, sin embargo, representa un refugio para capitales y mano de obra desocupados, como puede deducirse del importante volumen relativo de mano de obra que ocupa, de su baja productividad y de la elevada proporción de transacciones intersectoriales que absorbe.

En fin, el turismo sí va a quedar totalmente bajo el control del próximo Parlamento y Gobierno andaluz. n sus manos queda la labor de potenciarlo al máximo, procurando -cosa ya no tan fácil- que la riqueza que genera se canalice en aras de una mayor industrialización de Andalucía.

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