Un empleado de banca apuñala a su madre, esposa e hija antes de suicidarse en Barcelona
Un triple parricidio, seguido del suicidio de su autor tuvo lugar el pasado miércoles en Barcelona. Un empleado de banca de veintisiete años de edad asesinó a puñaladas a su madre, a su esposa y a su hija de cinco años, suicidándose a continuación con el gas después de haberse cortado las venas. El suceso no trascendió a la opinión pública hasta la mañana de ayer y ha causado una notable conmoción en la ciudad.
Manuel Cirujeda, de veintisiete años de edad, protagonista principal de la tragedia, estaba empleado como oficial administrativo en una pequeña sucursal del Banco Industrial de Cataluña, situada en la calle Copérnico de Barcelona. El departamento de personal del citado banco procedió a su despido el pasado lunes 26 de abril, hecho que, al parecer, motivó una fuerte crisis personal en Manuel Cirujeda.La dirección del Banco Industrial de Cataluña se negó ayer a hacer públicos los motivos del despido de su empleado, argumentando el director del departamento de relaciones públicas que "no deseaba manchar la memoria del empleado". Fuentes fidedignas, sin embargo, señalaron ayer a este diario que Manuel Cirujeda se había apropiado indebidamente de una cantidad cercana a un millón de pesetas, por lo que fue despedido, exigiéndosele la devolución de la cantidad apropiada
María Prats no acudió a la cita
El primero de los dramáticos asesinatos fue descubierto por la policía sobre las cinco de la tarde del miércoles. A esta hora la portera de una vivienda situada en la calle Villarroel número 193 había quedado citada con María Prats Carreras, madre de Manuel Cirujeda, quien habitaba el piso principal puerta cuarta del inmueble. Al faltar a su cita María Prats, la portera del edificio se extrañó, dirigiéndose al domicilio de aquélla. Después de llamar repetidas veces al timbre, la portera entró en la vivienda, de la que poseía una llave. Según sus propias manifestaciones, encontró el piso a oscuras, no respondiendo nadie a sus llamadas. Descubrió el cadáver de María Prats en un pequeño cuarto que ésta dedicaba a planchar y otras tareas domésticas. Su cuerpo presentaba tres heridas de cuchillo en el pecho y dos puñaladas en el hueso parietal izquierdo. La casa aparecía ordenada, sin que la policía -que acudió al lugar del suceso requerida inmediatamente por la portera- observara indicios de haberse producido robo alguno.
La portera del inmueble señala ayer a este diario que María Prats mantenía relaciones cordiales con su hijo y su nuera, a los que visitaba con frecuencia. Ultimamente era su hijo, Manuel Cirujeda, quien visitaba a menudo a la señora Prats por las tardes, dado que su horario de trabajo era por la mañana. En los buzones de la escalera puede leerse todavía un letrero escrito a mano donde consta su nombre junto al de su hijo como habitantes del piso. Nadie vio a Manuel Cirujeda acudir en la mañana del miércoles al domicilio de su madre. El día anterior, en cambio, a últimas horas de la tarde, la señora Prats fue vista en compañía de su hijo, su nuera y su nieta en un parque próximo al domicilio de Manuel Cirujeda.
Una familia de buena reputación
La propia portera del inmueble facilitó a la policía el domicilio de Manuel Cirujeda, situado en la avenida de Roma número 84, frente a las oficinas centrales de la Telefónica en Barcelona.
Alrededor de las diez de la noche del miércoles, y tras intentar inútilmente comunicarse con el domicilio por teléfono, la policía se presentó en la vivienda, advirtiéndose de inmediato un fuerte olor a gas que invadía el vestíbulo del piso sexto segunda, domicilio del matrimonio Cirujeda. Con la ayuda de los bomberos hubo de ser forzada la puerta blindada de la vivienda. En su interior aparecieron los cadáveres de Manuel Cirujeda, su esposa, María Aguilar Aparicio, de 32 años, y su hija, Sandra, de cinco años de edad.
El trágico hallazgo ofreció, según diversos testimoriios recogidos en el vecindario, caracteríticas dantescas. El primer cadáver, perteneciente a Manuel Cirujeda se hallaba en la cocina, con dos cortes en la muñeca derecha. El tubo del gas estaba cortado. El cuerpo de la esposa, María Aguilar, se encontraba en otra habitación, con varias heridas de cuchillo. La hija del matrimonio, Sandra, presentaba igualmente varias heridas de cuchillo en la cara y en el cuello.
El traslado de los cadáveres al hospital clinico de Barcelona se efectuó ya entrada la noche, después del acta judicial, despertando una gran expectación en el vecindario, donde el matrimonio gozaba de buena reputación.
Manuel Cirujeda y su familia eran considerados como personas "agradables y cordiales" por sus vecinos. El arrendatario del bar-heladería Neva, situado a pocos metros del inmueble, manifestó ayer a este diario su extrañeza por lo ocurrido, dado que Cirujeda era un hombre afable, de costumbres normales, muy cariñoso con su familia.
No se recuerda entre los vecinos que Manuel Cirujeda efectuara gastos extraordinarios. "Unicamente", señaló uno de ellos, "había adquirido un coche Citroen GSA en los últimos días, sin haber vendido su antiguo Simca 1200 -que continúa aparcado en el garaje frente a la casa-. Un matrimonio amigo de la familia Cirujeda confirmó ayer también la aparente normalidad de los protagonistas de la tragedia. "Cenábamos a menudo juntos", manifestó el matrimonio amigo, "y teníamos estrecha relación, dado que nuestras hijas eran de la. misma edad. María Aguilar era una persona muy simpática y abierta".
Otras impresiones recogidas entre el vecindario señalaron, no obstante, que el matrimonio Cirujeda había mantenido una fuerte discusión en la noche del martes. El miércoles la pequeña Sandra, que habitualmente asistía a un colegio de monjas próximo, no acudió a la escuela. Ninguna persona recuerda haber visto ese día a la familia.
La enajenación mental de Manuel Cirujeda fue, presumiblemente, la causa de los parricidios. Según algunas interpretaciones, una fuerte crisis personal motivada por un posible fraude en el banco originó que Manuel Cirujeda exigiera a su madre una cierta cantidad de dinero. La negativa de ésta o la intención de cobrar un seguro de vida, cuya póliza, por importe de medio millón de pesetas, tenía suscrita María Prats en favor de su hijo, podrían haber inducido a Manuel Cirujeda a asesinar a su madre. Las muertes de la esposa y la hija se produjeron con toda probabilidad a continuación, después de una fuerte discusión. La hipótesis apuntada por la policía en una nota oficial distribuida ayer, es que pudo producirse una fuerte discusión entre el matrimonio a raíz de conocer la esposa el asesinato de María Prats. En el domicilio se encontró una carta de despido fechada el 26 de abril y una demanda dirigida al Instituto de Mediación, Arbitraje y Conciliación, solicitando un acto de conciliación con la entidad bancaria donde trabajaba Manuel Cirujeda.
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